Una islandesa extraña
El concierto de Bjork anoche en Las Ventas dejó diferentes conclusiones en el aire. En primer lugar, dos para quien, como en mi caso, era la primera vez que la veía en directo: 1) la islandesa tiene un chorro de voz único, capaz de llenar por sí solo el escenario; 2) una hora y apenas 20 minutos es un bagaje de concierto demasiado escaso para una artista de su talla, sobre todo tras haber pagado 45, 50 o incluso 60 euros para verla.
Por problemas con la organización fue imposible acceder con tiempo suficiente al recinto, por lo que la llegada al lugar fue justo después de la primera de las canciones que interpretó. Dentro, prácticamente lleno, a pesar de estar ya muy avanzados en el mes de julio.
Más conclusiones: 3) además de voz, Bjork tiene mucho carisma y, hay que reconocer que su entrega durante todo el concierto es más que evidente, con algún modesto intento de hablar algo en español, aunque no fue más allá de algún tímido "grrrracias"; 4) es una artista versátil, por momentos aquello pasaba de ser un concierto casi vocal e intimista, a convertirse en una "rave" salvaje o, lo juro, a interpretar un tema a ritmo de pasodoble.
Su acompañamiento sobre el escenario eran cuatro músicos (un batería y los otros con sus portátiles y, como diría Julio Ruiz, máquinas de hacer ruiditos) y un coro femenino islandés, que hacían vientos y coros.
Los temas de "Volta", su último trabajo, fueron el esqueleto central del concierto, pero no faltaron tampoco clásicos reconvertidos como "Army of me" o "Hyper-Ballad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario