Los chicos siguen bien (aunque algo menos)
Por segunda vez en menos de un año, los veteranos The Who actuaron en el madrileño Palacio de Deportes. Si en 2006 la ocasión se antojaba histórica (no en vano los británicos nunca habían incluido nuestro país dentro de sus giras, tras más de cuatro décadas de trayectoria), en esta ocasión la cita tenía como pretexto la presentación de "Endless wire", su último trabajo, publicado tras 24 años sin editar nuevo material.
Quizás por la cercanía de la cita precedente o la dura competencia de esa misma noche en Madrid (como ya hemos reseñado, en La Riviera actuaban a la misma hora Bloc Party) las gradas y la pista presentaban un aspecto alejado del lleno, aunque no falto de entusiasmo por parte de los asistentes.
La velada comenzó con una agradable sorpresa: a pesar de que a través de algún medio de comunicación y en las mismas taquillas del Palacio se daba por hecho que Loquillo sería el telonero, finalmente fueron Rose Hill Drive los encargados de caldear el ambiente.
Con formato de trío, estos estadounidenses fueron protagonistas de algunos de los momentos más rockeros de la noche. Lo suyo es el rock sureño en su vertiente más clásica y setentera, con temas bastantes potentes y dejando muy buena impresión. Habrá que seguirles la pista.
Por fin tras ellos, y después de sonar por altavoces grupos y artistas tan variopintos como The Feeling, Jet o Iggy Pop, fue el turno para la banda principal de la noche. Como no podía ser de otra forma, "I can't explain" abrió el concierto, seguida de otro clásico como "The Seeker".
Y en esas estábamos cuando, al llegar al quinto tema de la noche (otro mítico, el "Who are you"), llegó el paréntesis en forma de "apagón" sonoro. La verdad es que Roger Daltrey y Pete Townshend supieron aguantar el tipo y, tras retirarse brevemente anunciando antes mediante gestos que el parón sería cosa de cinco minutos, volvieron al escenario teniendo el detalle de terminar de rematar el tema "interruptus".
A partir de aquí se alternarían canciones del nuevo trabajo con las que realmente estaba esperando el público, como "Behind blue eyes", "Baba O'Riley", "Substitute", "My generation" o "Won't get fooled again", que precedió al primer bis de la noche, que abrieron con "The kids are alright".
Tras este último, llegó el repaso a canciones de su ópera rock "Tommy" como "Pinball wizard", hasta llegar al final de la actuación, que cerraron de forma acústica y ya únicamente con los dos Who originales sobre el escenario.
Por cierto, que durante todo el concierto fueron protagonistas también las cuatro pantallas móviles situadas detrás de los músicos, que mostraban imágenes de la época dorada de los británicos (por supuesto de los dos miembros desaparecidos Keith Moon y John Entwistle), así como secuencias del film mod por excelencia al que pusieron la banda sonora, "Quadrophenia" o proyecciones psicodélicas de nuevo cuño.
En conjunto, la cita estuvo por debajo de la que se vivió en 2006, pero es que estaba difícil repetir lo acaecido en julio pasado, que para el que suscribe fue el mejor concierto internacional de 2006. Se puede achacar falta de emotividad y sintonía con el público, lo que llevó a algún asistente a la cita a describir la misma como "demasiado profesional".
A pesar de ello, los Who siguen siendo una cita obligada para todo aquel que sienta interés por el rock con mayúsculas y, gracias a Pete Townshend, un homenaje a la guitarra eléctrica en cada una de sus intervenciones, sobre todo cuando acomete alguna de sus famosas ruletas.
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