Hay otros mundos
Como no todos los días se da la oportunidad de asistir a un concierto de estas características, alejado a priori del tipo de eventos a los que suele ir uno habitualmente, no quería dejar escapar la ocasión de apuntar algunas sensaciones sugeridas al respecto.
Comencemos por el principio. Cortesía de nuestro antiguo compañero técnico del programa y de Aragón Radio, me embarqué el pasado domingo rumbo a Huesca para asistir a uno de los conciertos de la gira de Fito y los Fitipaldis, artista otrora en Platero y Tú, una banda que, junto a Extremoduro, irremediablemente siempre asocio a la vertiente más "calimochera" del rock cantado en castellano de los 90 y a ciertos bares de juventud.
Abrían la velada Zodiacs, una banda vizcaína de la que en su día Animal Records nos hizo llegar su segunda referencia, "Golpe de calor".
Ahora han fichado por una grande, DRO Atlantic, y parecen ser una de sus más firmes promesas para llegar al gran público. Su directo es muy rockero, igual que su imagen, con algunos temas en los que recuerdan a Tequila (especialmente en "Nada sabe igual", con la que cerraron su actuación), aunque me da que en su nuevo sello estarían más encantados con que fueran unos nuevos Pereza en versión más aguerrida. En cualquier caso, su directo, más que correcto y contundente, sirvió para caldear el ambiente de lo que se avecinaba a continuación.
Y lo que llegaba no era otra cosa que la actuación de Fito y sus secuaces, precedida de un original arranque: como de si de una película se tratase, e ilustrados con dibujos animados, aparecieron en las dos pantallas gigantes situadas a ambos lados del escenario los nombres de todos los que hacen posible la gira.
Del concierto se puede decir que a todo aquel que pasó por taquilla le salió rentable, y es que las más de dos horas de repertorio colmaron las expectativas de los fans más entusiastas y en numerosos casos acabaron con las energías de más de uno.
A Fito, como todo artista consagrado que se precie, le acompaña una banda de lo más solvente. Cabe destacar la labor del saxofonista y del teclista/acordeonista, sobre todo cuando se ponía a los mandos del teclado Hammond. Además, como guitarra le acompaña todo un histórico: Carlos Raya, músico de bandas tan dispares como los "heavies" ochenteros Sangre Azul o los más comerciales M-Clan.
La puesta en escena, de lo más austera, hace entender desde el principio que lo que allí importa son las canciones, cercanas al rock'n'roll y blues de toda la vida y con una parte más acústica antes de acometer los preceptivos bises.
Como "peros" al concierto pueden apuntarse la linealidad que toma el mismo una vez perdida la capacidad de sorpresa, a lo que contribuye la homogeneidad de las canciones, que a los menos puestos apenas permite distinguir en más de una ocasión unos temas de otros. Ah, y en cuanto a la organización es criticable esa forma un tanto esnob para conseguir consumiciones: si no bastara con la incomodidad de los tickets, en este caso los sustituyen por unas minúsculas moneditas estilo "Monopoly", de lo más molestas para ir a pagar y sobre todo para el recuento consiguiente del que las cobra.
En todo caso, es mejor quedarse con lo positivo: el concierto en líneas generales fue de alto nivel, con lo cual uno percibe con agrado que, a veces, entre los artistas que llegan a públicos masivos no todo es condenable, sino que hay cosas que pueden salvarse (a bote pronto me vienen también a la cabeza nombres como Bunbury o Amaral). Así que mejor un Fito en una fiesta municipal, que el enésimo grupo moña del momento copando carteles a diestro y siniestro.
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