lunes, noviembre 26, 2007

Habitaciones de colores



A la salida del concierto de Editors en el Wintercase nos dejamos caer por La Casa Azul, cuya dirección aquella noche se localizaba en la calle Jardines, 3, es decir, en la Sala El Sol. Allí presentaba las canciones de su segundo disco, “La revolución sexual”.

Llegamos con el concierto empezado, nos habíamos perdido ya unas cuatro o cinco canciones. Y cuando bajamos las escaleras de El Sol nos quedamos con la boca abierta. Ya lo sabíamos desde hacía una semana, pero sigue sorprendiendo cuando uno lo ve. Por segunda noche consecutiva, La Casa Azul había colgado el cartel de no hay billetes. Se había agotado todo el papel en la venta anticipada unos diez días antes de los conciertos. Y aun sabiéndolo, nos seguía sorprendiendo ver la Sala El Sol tan repleta.

Y Guille Milkyway también nos dejó sorprendidos con la producción del concierto, una “superproducción” al estilo U2 o The Rolling Stone pero a pequeña escala.

En el escenario una única figura, la de Guille, rodeado de tres o cuatro teclados y con su guitarra colgada. Nos llamó mucho la atención el cambio de look. Parece que Guille se ha quitado los complejos de encima y se ha quitado los ya clásicos gorros con los que siempre se le veía.

Tras él, cinco pantallas de leds proyectaban imágenes de colores, figuras o las imágenes de los cinco chicos que hacen las veces de La Casa Azul en sus videoclips.

Guille fue encadenando los temas de “La revolución sexual” con los clásicos ya de “El sonido efervescente…” y se metió al público en el bolsillo. La audiencia no paró de cantar y bailar durante los más de 90 minutos que duró el concierto, completamente entregada.

Los sonidos pop, alegres, vitalistas, junto a las reminiscencias de la California de los 60 y los sonidos más discotequeros y bailables, se apoderaban del ambiente del Sol.

El concierto, a pesar de que prácticamente va todo disparado salvo la guitarra y los teclados, no deja de ser divertido y movido, e invita a todo el mundo a mover el esqueleto, que es de lo que se trata. Guille conecta muy bien con la audiencia y consigue crear una atmósfera muy emotiva.

Si hubiera que destacar un momento yo me quedaría con “Cerca de Shibuya”, con todo el público cantando eso de “sensaciones pop”… y que casi marcaba el final del concierto. El punto final quizás llegó un poco antes de lo previsto por un fallo informático… y es que encender y hacer funcionar las pantallas que llevaba Guille llevaba su tiempo. Así empezó el concierto, con fallo informático, y así terminó… Aunque Guille lo resolvió sentándose al piano para interpretar un último tema en plan intimista, con equivocación en la letra y todo, pero que nadie notó… porque todo el mundo se equivocó en el mismo punto.

La Casa Azul sigue subiendo peldaños en la Liga de las Estrellas del indie español.

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