Clone fashion
Aparte de la famosa oveja Dolly, ha habido más seres clónicos en este mundo, algunos de los cuales siguen activos en el mundo de la música. Y no me refiero a aquellos que plagian sin el menor reparo a otros artistas para convertirse en una mera copia barata de los mismos (seguro que todos tenemos algún ejemplo en mente).
Se trata más bien del curioso fenómeno de las bandas tributo, esas formaciones que se dedican a reproducir sobre un escenario, con mejor o peor suerte, el repertorio de una banda mítica o un estilo determinado.
La finalidad de estos proyectos es, desde luego, más sincera: puestos a copiar a alguien, mejor hacerlo sin reparos y dejando claro a todo el mundo tu fanatismo por el grupo o artista elegido. Merece la pena echarle un vistazo a esta página web, donde aparecen unas cuantas de estas bandas.
Los españoles Alltogether Band (versiones de los Beatles) o los italianos Achtung Babies (todo U2; éstos entran además en la categoría de clones físicos; el parecido es, ciertamente, asombroso), son algunos ejemplos de este tipo de formaciones.
Quien quiera ampliar conocimientos sobre el fenómeno, este martes puede ir al Galileo Galilei, donde actúan Please, unos barceloneses que también repasan el repertorio de U2 y que cuentan al parecer con la bendición de la propia compañía discográfica de los irlandeses.
Deuda pendiente
La dispersión en diversas actividades había impedido relatar las sensaciones de uno de los últimos conciertos a los que había tenido oportunidad de asistir, así que, aunque casi con dos semanas de retraso, aquí va una pequeña crónica del cartel con grupos del sello Mushroom Pillow del pasado 24 de mayo en la sala Heineken.
Tres grupos eran los protagonista de la cita. A los primeros en actuar, Triángulo de Amor Bizarro, tendré que esperar a mejor ocasión para verlos (los más afortunados podrán hacerlo dentro de poco en Las Ventas junto a The Smashing Pumpkins, The Killers o Kasabian). Lo temprano de la cita y el tráfico madrileño fueron culpables de ello.
También de que Sr. Chinarro, el siguiente en actuar y el más reclamado por el público, estuviera ya tocando "La decoración" cuando entré a la sala, una de las primeras canciones de su repertorio para esa noche.
Lo que cambian los tiempos. Quién le iba a decir al bueno de Antonio Luque que iba a pasar de ser un artista de culto y casi maldito, con apariciones en vivo guadianescas y una carrera con más altibajos que Curro Romero, a convertirse en un artista de moda en nuestros días.
Gran parte del mérito lo tiene el haber encontrado por fin una banda fija, con músicos con pedigrí como Jordi Gil de Solina o Javier Vega de Maga. También, por supuesto, su nueva visión musical, con canciones más luminosas e inteligibles en sus últimos dos discos y una forma de entender el espíritu y las raíces andaluzas como pocos.
Pero volvamos al concierto. Tras la canción escogida como single de su último trabajo, "El mundo según", se sucedieron "La canción de G. G. Penningstone", "Gitana", "El lejano oeste", "Del montón", "Ángela" y "Militar", todas ellas también de su último trabajo.
Las sorpresas llegaron entre medias, recuperando éxitos pasados como "Cero en conducta" (mucho más contundente que la versión incluida en su EP "La pena máxima") o "El idilio". La gran novedad llegó con el apoyo vocal en los coros de Paula Padilla, también de Solina, lo que hace que canciones como esta última recuperen la magia con la que fueron grabadas.
Para terminar, Sr. Chinarro dejó elegir al público, dando a escoger entre "Quiromántico" o "El rayo verde". La puja resultó con división de opiniones ("no quiero una guerra civil", bromeó Luque) y la victoria de la segunda, que fue la que cerró su actuación.
Los encargados de cerrar la noche fueron Standard. Uniformados, potentes y chulescos, así se presentaron los getxotarras en la cita, provocando desde el inicio ("se acabaron las tonterías, ¿a qué coño habéis venido aquí?" fue el saludo de su vocalista).
Lo cierto es que su directo apabulla, aunque no creo que para ello el sonido tenga que estar tan atronador como estaba, y lo de los dos baterías sigue resultando efectista. Repasaron temas de su debut, "3.000 v - 40.000 w", como "On the floor", "Hippie" o "The happy song", un disco que está por debajo de lo que es su directo.
Incluyeron además una acertada versión de la Velvet Underground, "I'm waiting for the man", que estará incluida en su nueva publicación, "The mpossible mixes". Tras un bis y una invitación a invadir el escenario poco secundada, se despidieron reconociendo que habían "vacilado" un poco al personal, pero que en el fondo se encontraban muy a gusto.
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