miércoles, agosto 29, 2007

El precio de la fama


Diecisiete primaveras tiene ya el que, a su pesar, es uno de los iconos de la década de los 90. Su imagen subacuática como bebé en cueros tentado por un billete de dólar ha pasado a la historia como una de las portadas de álbum más míticas diseñadas nunca.

Huelga decir que el disco del que se trata es Nevermind, el segundo de Nirvana y el que les encumbró como líderes de un movimiento de vida más bien efímera: el grunge.

El caso es que aquel tierno infante es ahora todo un adolescente en plena ebullición de hormonas al que durante todos estos años sus padres le habrán contado una y otra vez la historia de la dichosa portada.

Y precisamente Spencer, que así es como se llama el chaval, no parece estar del todo satisfecho con la sobreexplotación de su fotografía enseñándolo todo y califica como "espeluznante" el hecho de que media humanidad le haya visto en bolingas.

Pues ya sabes Spencer, denuncia a tus padres y pide el amparo de la UNICEF si aún estás a tiempo, aunque valora antes si el asunto no ha tenido también su parte de utilidad.

Porque si no hubieran vendido tu imagen ahora no podrías usar tu pregunta estrella a la hora de ligar: “¿quieres ver mi pene por segunda vez?”. Y es que, en vez de California, el chaval parece de Cádiz por la sorna que tiene.

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