El pop es cultura
Durante este tercer fin de semana del mes de abril está teniendo lugar la tercera edición del Festival Cultura Pop, evento que se ubica en un moderno auditorio con estructuras onduladas a lo Santiago Calatrava situado en el madrileño barrio de San Blas.
Este festival nació con vocación multidisciplinar: cine, presentación de libros, mercadillo, exposiciones, actividades infantiles y, por supuesto, música. En este último ámbito la cosa comenzó ya el jueves, con un homenaje a Steve Marriot, quien fuera líder de los míticos Small Faces, a cargo de los Fortune Tellers, rebautizados para la ocasión como la Tin Soldier Band.
Siguiendo con la senda abierta la víspera, la cita musical del viernes tenía trazas de ser muy setentera y mod, ya que tres cuartas partes del cartel de la noche pondrían sin duda a la banda de Marriot como una de sus influencias más significativas.
La velada la abrieron Chest, el nuevo proyecto del responsable del sello barcelonés Bip Bip Records, Albert Gil, elegantemente uniformado sobre el escenario. Como declarados fans de The Who, lo suyo son las poderosas composiciones guitarreras acompañadas por una agresiva interpretación vocal. Para la ocasión se acordaron además de Los Brincos, rescatando el clásico "Nadie te quiere ya".
Después le llegó el turno a Underwater Tea Party. Cada vez más cómodos sobre un escenario, el quinteto formado por Clara, Irene, Míkel, Martí y Javi sigue repasando en directo las canciones de su álbum de debut "Suburban metronome" y brindaron algunos de los minutos más intensos de la noche. A la hora de tirar de versiones, fue la década de los 90 la elegida, con Stereolab y Blur en el punto de mira.
Posteriormente le llegó el turno a Top Models, con Ricky Gil al frente, hermano de Albert, quienes consiguieron cuajar un sonido compacto y demostrar que la experiencia es un grado. El colofón de la noche llegó con Cooper, demostrando una vez más que Alejandro Díez es un valor seguro en cualquier festival que se le incluya.
Y todo ello con acceso gratuito para todo el público, reuniendo de este modo a gente de muy diversa condición (desde niños correteando por los alrededores del escenario hasta señores y señoras de respetable edad, desde mods con parka a lugareños algo perdidos), dotando a la cita de unas dosis de fiesta popular cada vez más difíciles de encontrar en este Madrid inhóspito y deshumanizado de nuestros días.
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