Volteando el mundo y las retinas
Por tercer año consecutivo varios artistas y bandas colaboraron con Intermón Oxfam con la intención de despertar conciencias e intentar algo que a priori parece muy complicado, acabar con la pobreza en el mundo. Loable y meritorio en cualquier caso, y merecedor de todo el apoyo que se le pueda dar.
La iniciativa "Dale la vuelta al mundo" tenía esta vez como foco principal recaudar fondos para recuperar a Haití de la destrucción causada por el terremoto que asoló a este país el pasado 12 de enero. Antes del concierto, los elementos naturales también se quisieron manifestar y nos regalaron una tarde de truenos, relámpagos y lluvia monzónica que sin embargo no impidieron una asistencia masiva a la cita en el Teatro Circo Price.
La noche tenía el formato de bloques homogéneos de actuaciones (por similitud estilística o de planteamiento de los nombres que los componían) en el que cada intérprete tocaba tres canciones, preferentemente en formato acústico o casi.
Entre que la cosa comenzó temprano (los horarios obligan si quieres terminar a medianoche), los saludos de rigor a algún ex compañero de fatigas colegiales y que al principio no salía la artillería pesada, sólo recuerdo del arranque los contoneos a lo lejos de Najwa Nimri al ritmo de los graves que salían por altavoces y la aportación de Christina Rosenvinge, que se decantó por temas de su último disco como "La distancia adecuada" (sin Nacho Vegas a los coros) o "Anoche".
El siguiente tramo fue el destinado a un público más comercial o mayoritario. Vimos desfilar primero a un Ariel Rot muy tanguero, que acercó incluso a este terreno el clásico de Los Rodríguez "Hace calor", haciendo una versión imposible del mismo.
De cantante argentino a uruguayo: le siguió Jorge Drexler, solo en el escenario con su guitarra y dejando temas tan conocidos como "Todo se transforma" o la oscarizada "Al otro lado del río", que interpretó a capela como cuando recibió la estatuilla, con algún desafine incluido.
Y llegó después la primera satisfacción de la noche con alguien por quien parece que no pasan los años como Kiko Veneno. Para abrir, el "Memphis blues again" y como despedida, un "Volando voy", que popularizara Camarón pero que fue compuesta por el propio Kiko y donde se le unió Jorge Drexler en la interpretación final. Genio y figura.
Tras un parón llegó la terna más indie de la noche. Primero, unos The Sunday Drivers sin Fausto a la guitarra pero con Martí Perarnau haciendo de hombre orquesta al ukelele, percusiones y omnichord (curioso cacharro de tecnología y aspecto retrofuturista).
Fue el otro gran momento de la noche, en el que llenaron el recinto de la luz que desprenden temas como "(Hola) To see the animals" y sin necesidad de recurrir a ningún gran éxito. Tomaron el relevo Love of Lesbian, en formato dúo y sorprendiendo con una versión a piano y guitarra del "Club de fans de John Boy".
Los comentarios de Santi Balmes, apelando a cierta rivalidad entre ciudades ("en Barcelona gritan más", cuando reclamó mayor participación vocal del público para acompañarles en "Incendios de nieve") no consiguieron el efecto deseado y se guardaron las fuerzas para la noche siguiente (cuando repetían en el Price junto a Dorian).
Aunque lo más desacertado fue la pericia del técnico de luces, que ya apuntaba maneras, pero que fue en este momento cuando se dedicó a dirigir los focos situados a ras del escenario directamente al público de pista. Se me escapa la maniobra estética pretendida con este acto más allá de hacer sufrir al respetable y contribuir al deterioro y desprendimiento de las retinas de más de uno.
Para el cierre los elegidos fueron Mendetz (o 'The Mentez' como les presentó Pablo Carbonell en una de sus alocuciones previas en su papel de presentador). Aquí, como en los deportes de equipo cuando a un jugador no le da tiempo de desplegar su calidad lo suficiente como para valorarle, les pondremos 'sin calificar'. Y es que ya era demasiada noche de miércoles para estar de jarana.
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