Con cierto retraso
Sí, efectivamente, un poco tarde... pero nunca es tarde si la dicha es buena. Al menos eso dicen. La cuestión es que hace tiempo que debía de haber escrito estas crónicas. Os las debemos desde hace días, semanas... Pero a veces a quien esto suscribe le cuesta encontrar hasta el momento para respirar.
No obstante, aunque ya ha llovido desde los conciertos que vamos a contar (en algunos puntos incluso hasta ha nevado más de la cuenta) creo que merece la pena reseñarlos. Uno por su grandeza dentro de la propuesta minimizada. Otro, por la decepción que supuso.
Empecemos por lo bueno.
El chico que se parece a McCartney pero quería ser Paul Weller
El pasado 16 de febrero tuvimos ocasión de asistir a un nuevo concierto de ese ciclo llamado Los Martes al Sol y que propone conciertos pequeñitos, casi en familia, en una sala como El Sol.
Ese día actuaba Cooper en formato reducido y acústico. Dos guitarras, dos voces. Alex Díez y Mario Álvarez sobre el escenario. Enfrente, unas ciento y pico personas, en su mayoría sentadas, atentas, escuchando cada nota, cada acorde y cada palabra.
La actuación se desarrolló enmarcada en una sobriedad y elegancia dignas de la ocasión. Con un sonido perfecto y un Alejandro hablador, comunicativo y absolutamente sembrado, se metió al público en el bolsillo... aunque la verdad es que el público lo llevaba en el bolsillo desde que salió de casa.
Cooper repasó las canciones de su discografía en formato acústico llegando a emocionar, a erizar los vellos y a tocar el alma de más de uno de los allí presentes. Cayeron temas como "Un nudo en la garganta", "Hyde Park", "Cierra los ojos", "Munich", "Vértigo" o "Cerca del sol", salpicadas por guiños a sus grandes maestros como los Beatles o Elvis Costello.
Más de una hora de concierto en el que Cooper, tan cómodo sobre el escenario como si estuviera en el salón de su casa de León con sus amigos, se atrevió incluso a esbozar una canción aún a medio componer. "Imposible" y "Ráfagas" (cómo te terminó de ganar con ésta, Marcela) fueron el broche de una noche en la que El Sol brilló más que nunca.
Todo lo contrario fue la actuación de Cornershop en uno de los primeros conciertos de celebración del 18º aniversario de la sala Moby Dick.
Los de Leicester actuaron en Madrid el 2 de marzo pero lograron transmitir las mismas sensaciones que si no lo hubieran hecho. No sé si salieron con desgana, apáticos, cansados o si simplemente es que son así, pero lo cierto es que no lograron mover al público ni con la mítica Brimful of Asha.
El concierto no superó el tedio en los poco más de 60 minutos que duró y tan solo llamó la atención la versión que se marcaron del "Norwegian wood" de los Beatles y el chequeo de líneas (o casi prueba de sonido) realizado que fue todo un largo tema introductorio al que se fueron sumando poco a poco todos los artistas del combo británico.
El miércoles 10 actuó en la misma sala Brendan Benson y solo con dos acordes ya consiguió más que Cornershop en todo su concierto. Pero eso ya será motivo de otra crónica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario