FIB - Jueves: Guiris cabreados, borrachos y escaladores
El desembarco de esta modesta expedición en Benicassim bien entrada la noche del miércoles fue más que suficiente para confirmar una de las tónicas de esta edición: el festival y, por extensión el pueblo, estaban tomados por miles y miles de 'fibers', la mayoría de ellos británicos en avanzado estado de ebriedad. Sortearlos el resto del fin de semana fue uno de los pasatiempos más practicados.
El otro, adivinar quién demonios estaba tocando en cada escenario. Quienes confiábamos en tener, como había sido costumbre cada año, horarios repartidos gratuitamente por la organización nos dimos de bruces con que esta vez los programas de mano (en edición más lujosa que la habitual, eso sí) eran de pago y que no había forma humana de conseguir las horas de las actuaciones en los diferentes escenarios por ninguna parte (exceptuando las hojas informativas colgadas en la carpa de prensa).
Pero hubo algo que eché aún más en falta: el periódico del FIB, también gratuito, al que acudía puntualmente cada jornada de festival para enterarme de lo que había ocurrido el día anterior y de todo lo que teníamos por delante. No sé si la decisión será irrevocable o temporal por culpa de la manida crisis, pero en estos dos aspectos no puedo estar de acuerdo.
Volviendo a lo estrictamente musical, este jueves del FIB se presentaba por primera vez con actividades en todos los escenarios, quedando poco de la vocación de fiesta de bienvenida más abarcable con la que nació hace unas cuantas ediciones y pasando a ser una nueva jornada completa de festival.
Los trámites para acreditarnos nos llevaron más de lo previsto, así que no pudimos tener el arranque esperado viendo la actuación de Los Coronas, uno de los grupos que más apetecía ver en esta jornada. Cuentan los que sí tuvieron esa suerte que estuvieron espectaculares.
Así que casi sin darnos cuenta y siendo las horas que eran nos plantamos directamente en el cabeza de cartel de la noche: Oasis. Aparecieron los Gallagher, golpearon de inicio con "Rock'n'Roll star", "Lyla" y "The shock of the lightning" y la masa humana que llenaba la explanada del Escenario Verde bramó con locura (incluida la familia vampira, como se puede comprobar en la imagen; esto va dedicado a nuestros lectores más sagaces).
Continuaron con ese himno de todo 'hooligan' que se precie que es "Cigarrettes & alcohol" y la pegadiza "Roll with it". Todo indicaba que el concierto podía ser épico pero entraron en juego otros condicionantes que lo impidieron.
El primero, una horda de cafres subiéndose a una de las torretas de sonido, que exhibiendo una ausencia absoluta de conciencia pusieron en peligro su integridad y, lo que es peor, la de muchos otros, porque fue verdaderamente milagroso que no ocurriera un accidente. Esto provocó que la organización parara en varios momentos el concierto y Noel Gallagher tuviera que lanzar repetidos mensajes de que depusieran su actitud.
Esto enfrió bastante el concierto, pero lo que terminó por congelarlo del todo fueron los problemas de sonido. La primera consecuencia fue que Liam Gallagher dio la espantada en plena interpretación de "Wonderwall", dejando al resto de la banda con un palmo de narices, al público coreando el tema y a Noel improvisando un "Whatever" a la acústica mientras tanto. La vuelta de Liam, entre pitidos, fue para arengar a los asistentes a que les devolvieran el dinero.
El siguiente capítulo de caos técnico llegó con "Champagne supernova" en la que directamente se perdió toda la potencia por altavoces y hubo unos segundos de silencio. Con todos estos condicionantes, y puesto que la discreción no se encuentra entre sus virtudes, los Gallagher no han perdido el tiempo en dejar constancia de lo que ha sido su paso por este FIB.
Y otro detalle más de este concierto, pero en este caso más próximo a un expediente X: ¿se puede tocar en Benicassim en pleno mes de julio abrigado con un parka y no quitártelo durtante más de una hora? Sí, se puede y Liam nos lo demostró a todos, aunque terminara chorreando y seguramente esta prenda siguiera el mismo camino que las camisas de seda de Jesús Gil y Gil cuando el Atleti se jugaba la promoción: esto es, el cubo de la basura. Todo sea por promocionar que uno ahora se ha metido a diseñador.
Así que de lo que pudo haber sido a lo que no fue. Ni un "I am the walrus" para cerrar levantó ya la cosa. Los siguientes en comparecer en el escenario Verde fueron unos esperados Glasvegas que sin embargo no estuvieron a la altura. Bien pudo deberse al estado de su cantante James Allan, que quizás se pasó con la barra libre esa noche. Lo demostró en la entrevista previa con nuestro compañero Julio Ruiz de RNE3 y luego con un directo más discreto de lo que se esperaba.
Una lástima, porque temas como "Geraldine" o "Daddy's gone" se merecen más en vivo. Además, para rizar más el rizo, hizo una versión de ¡"Live forever"! cuando hacía tan sólo unos minutos que los propios Oasis la habían interpretado en vivo en el festival.
Ya sólo nos quedaba esperar hasta We are Standard para comprobar que tenían muchas ganas de fiesta y supieron transmitirlas a todos los presentes a esas horas. Demostraron además que estas sensuales estrofas se han convertido en la canción del verano indie (pocos días después les emularían Love of Lesbian en Contempopranea, pero eso ya es otra historia).
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