domingo, junio 26, 2011

Quintaesencia indie


Escuchándolos vinieron a la cabeza muchos nombres: Pavement, Death Cab for Cutie, Yo la Tengo, Jimmy Eat World, The Strokes, Teenage Fanclub, Oasis... Y la lista podría continuar.

Lo meritorio es que, cuando todos estos grupos no eran ni proyectos, ellos ya llevaban años dando el callo. Así que no es nada descabellado sentenciar que Guided by Voices han marcado a más de una generación de músicos. Y que aunque los años no pasan en balde (evidenciándose con canas y alguna calva que otra) su repertorio y directo conserva la frescura de sus años mozos.

Y eso que los minutos previos a su actuación (dentro del Northside Festival hace unas pocas fechas en Brooklyn) no auguraban una tarde memorable. Más bien lo contrario. Eran cuatro bandas en total en el cartel pero por lo temprano del horario de comienzo (a las cuatro de la tarde) solo fue posible ver a dos de ellas. Los mencionados GBV y los inmediatamente anteriores: Wavves.

Este joven ahora trío, que en 2009 protagonizó un bochornoso espectáculo en el Primavera Sound, tienen un repertorio y directo bastante intrascendente, al menos por lo visto en esta cita.

Pero menos mal que el bostezo dejó paso al vendaval, cuando la banda capitaneada por Robert Pollard tomó las riendas de la velada. Fue comenzar con el escueto tema titulado "Pimple Zoo" y borrar de un plumazo toda la simpleza de los minutos anteriores.



El veterano quinteto de Ohio, que ha visto entrar y salir a muchos miembros y ahora ha recuperado a su formación clásica, se entregó por completo a una actuación de casi dos horas de duración, repasando éxitos quizás no masivos pero que por lo visto en lo entregado del público han quedado en la memoria colectiva de muchos de los que ahora están más cerca de los 40 que de los 30.

Cuando por primera vez abandonaron el escenario, la gente comenzó a corear el grito de guerra de la noche (las iniciales del grupo "GBV"), que hicieron salir a la banda hasta en tres ocasiones más.

Con este tema, "Game of pricks", cerraron la primera parte de la actuación que precedió a los bises.



Tras volver a escena, Pollard aseguró que, a pesar de la distancia, esa noche Ohio y Nueva York se encontraban muy cerca ("Dayton, Ohio, 8 hours away, close enough") y alabó también las excelencias de Brooklyn preguntando por el mejor bar de los alrededores y bromeando con la posibilidad de venirse a vivir a la zona con tal de que la gente cuidara de él y de su "old lady".

Maravillas como "Echos Myron" o a "Salty salute", ya en la recta final, siguieron sumándose al repertorio. Esta última (aquí con dos extractos), todo un himno para los más crápulas con un estribillo que reza "the club is open" y que aparecía escrito en la camiseta de uno de sus "roadies", que se encargó toda la noche de evitar que el guitarrista Mitch Mitchell estuviera más de un segundo sin un cigarrillo en la boca.





Y tras esas dos horas, varias cervezas consumidas y alcohol de más alta graduación ingerido directamente de la botella por parte del Pollard, se cerró una tarde musical a una hora insólitamente temprana para un festival (nueve de la noche), aunque éste sea de pequeñas dimensiones, pero así se las gastan aquí. Aunque con la satisfacción de haber visto en vivo a una banda mítica (y clave de la cultura más indie y nerd de los 80 y 90, con referencias en series como la divertida "Los informáticos").

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