sábado, junio 18, 2011

Aquella gran noche

No es un artista que se encuentre entre mis favoritos pero tampoco entre los que menos me gustan. En cualquier caso, seguro que no es mi cup of tea, que dirían los ingleses. Sin embargo, le reconozco el mérito de llevar toda la vida sobre los escenarios y haberse convertido en una leyenda viva de la canción española.

Era jueves y en los aledaños del Palacio de los Deportes de Madrid, con casi todo el aforo vendido, el ambiente era bien distinto al que conocemos de otros conciertos. No hay avalanchas en la entrada, nadie ha acampado para ser el primero en entrar, no hay botellones en la Plaza de Felipe II... Sin embargo, si pretendes tomarte una caña en El Barril antes de entrar está imposible. Está claro que el perfil del público es bien distinto.

Corrían las 22.00 y con una exquisita puntualidad apareció en el escenario, con un aura de estrella, vestido escrupulosamente de negro y atreviéndose a despertar sus cuerdas vocales con un tema a capella, a sus casi 70 años. Ahí es nada. Raphael.

Con la boca abierta me dejó el arranque. Y desde el primer minuto, el publico entregado. Terminó de cantar "Ahora" y todo el respetable se puso en pie para agradecer con un cálido aplauso la entrega y el derroche vocal del jienense.

A continuación apareció la banda que le acompañaría durante las dos horas y media (sí, habéis leído bien, dos horas y media y sin descanso) de actuación. En total ocho músicos, entre los que había sección de vientos, cuerdas, teclados, batería... "La noche" fue el primer tema con banda, y menuda banda.

El sonido casi impecable. Algunos problemas al principio, algún petardeo en la PA, especialmente cuando intentaron (sí, porque no pasó de ser un mero intento) sonar algo rockeros, con perdón, pero superado todo con maestría.

Tercera de la noche y aquí ya se cae el pabellón. El clásico "Mi gran noche" hizo temblar los graderíos y consiguió que incluso un servidor se arrancara. Tras esta, otra de las grandes: "Digan lo que digan".

Parecía que la locomotora había alcanzado velocidad de crucero y que esto no había quien lo parara. Raphael desapareció un momento mientras la banda seguía con el final instrumental del tema para volver después de los aplausos.

Primer cambio de vestuario. Seguía embutido en negro pero ahora con chaleco, una chaqueta negra con rayas grises y el clásico sombrero tango argentino, al fondo del escenario, en lo alto de una escalera, iluminado por un foco blanco y en una postura que recordaba al desaparecido Michael Jackson. Llegaba el momento de revisitar las melodías tangueras.

Unos cuantos tangos completaron una sección que para el que suscribe fue lo menos atractivo del concierto. "La cumparsita" sirvió para arrancar este tramo, seguida por "A media luz" o "Cuesta abajo", y a los que seguirían un número excesivo de tangos que remataría con un homenaje al grande del género, Carlos Gardel.

Una especie de barra de bar apareció en el escenario desde un lateral y sobre ella una antigua radio de los años 30 de la que empezó a salir la música de "Volver" y a la que acompañó la banda en directo. Por encima, la voz de Raphael, que al llegar al estribillo se callaba para dejar solo la voz de Gardel... "con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien"... Y así resultó en un curioso dueto entre estos dos gigantes internacionales de la canción.

Terminaba así la parte tanguera y con unas palabras de recuerdo hacia uno de los más grandes compositores españoles, Manuel Alejandro, comenzaba una sección, más bien breve, de temas más moviditos. Arrancó con "Hablemos del amor" y los acordes de "Pretty Woman" de Roy Orbison daban paso a "Estuve enamorado", que concluyó con un guiño a los Beatles, con las notas finales de "Day tripper".

Siguieron "Cuando tú no estás" y "Desde aquel día", una de las favoritas del artista, "una de las más, más, más", como dijo él. El Raphael de siempre nos dejó "Yo sigo siendo aquel" y terminaría este tramo del concierto con "Maravilloso corazón", que bien podría haber cantado Frank Sinatra en algún club de Las Vegas o de la Gran Manzana.

Final de otro de los tramos del concierto que daría paso al momento boleros. Ataviado con chaqueta blanca, Raphael dio un repaso por varios temas clásicos, entre los que cabe destacar "Tú me acostumbraste" de Los Panchos, "Para volver a volver" (otra de esas grandes composiciones de Manuel Alejandro) o "Estar enamorado", que según palabras de Martí Perarnau, cantante de Mucho, recordaba al "Wake up" de Arcade Fire. Fue con esta canción con la que Raphael quitó la máscara a todas esas recepciones de hoteles en las que le dicen "nos sabemos todas sus letras"... pero en realidad solo se saben "estar enamorado es"... como el público que llenó el Palacio.



Más de una hora hubo que esperar para encontrarnos el primer solo de guitarra del concierto (contaría un segundo en la recta final) en "En carne viva". Y tras ésta, uno de los momentos más apoteósicos del concierto... "Escándalo". Todo el público puesto en pie y cantando la letra... vello de punta.



Y nueva sección musical: tocan las rancheras con sombrero mexicano incluido, por supuesto.

Pasadas las dos horas de concierto nos acercamos a la recta final, de traca: "Qué sabe nadie" -¡olé!-, "Frente al espejo", "Yo soy aquel" y para rematar, una versión mini de "Como yo te amo". Grande Raphael, máxima entrega (incluso después de haber despedido a su primer manager Paco Gordillo, que había dejado este mundo horas antes).



Y ahora, a esperar a diciembre, cuando dará 15 conciertos en 20 días en el Teatro Compaq Gran Vía.

Absolutamente impresionados con el chorro de voz, la calidad artística, con la percepción de haber visto una auténtica estrella de la canción abandonamos el recinto. Y si a nosotros nos gustó, no os cuento cómo lo pasaron las señoras...

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