Gainsbourg, enfant terrible
Coincidiendo con el Día de la Música el pasado 21 de junio la embajada de Francia en Nueva York organizó su "Fête de la Musique". Primero en las propias instalaciones consulares, ubicadas en un elegante edificio con tintes de palacete neoclásico en la Quinta Avenida, donde convidaron a vino y queso francés con la actuación de Liptease de fondo (una banda gala poco memorable por comentarios de quienes alcanzaron a verlos).
Minutos después la velada se trasladó unos pocos metros enfrente, hasta el "Summerstage" de Central Park, el escenario que ocupa durante el verano una porción de este parque para deleite de los melómanos.
Otra vez por la puntualidad del comienzo de las actuaciones fue imposible llegar al primer concierto, protagonizado por Catherine Ringer, componente de los míticos Les Rita Misouko.
A quienes sí dio tiempo de ver fue a los segundos invitados de la noche, unos interesantes Ben l’Oncle Soul, que en sintonía con artistas como la inefable Amy Winehouse o el británico Plan B ponen en primera plana el soul de hace sesenta años. A destacar además su curiosa versión del "Seven nation army".
Pero lo más delicatessen de la noche fue la guinda final: la proyección del documental "Gainsbourg and his girls" en torno a la figura del genial, excesivo y controvertido Serge Gainsbourg, contado por quienes ocuparon su máximo interés en la vida aparte del alcohol y la música: las mujeres. Entre ellas, cantantes como France Gall o Vanessa Paradis y grandes amores como Brigitte Bardot, Francois Hardy o Jane Birkin.
Muy recomendable para profundizar en su biografía, influyente cancionero y aptitud ante la vida. Baste como ejemplo este embarazoso momento televisivo que hizo pasar a la Whitney Houston pre-curas de desintoxicación. Histórico.
La Hora de Xavi y Pac fue un programa de radio. Ahora se ha reconvertido en blog desde el que comentar de cuando en cuando noticias, discos, conciertos, exposiciones, partidos de fútbol... que nos llamen la atención.
martes, junio 28, 2011
domingo, junio 26, 2011
Quintaesencia indie
Escuchándolos vinieron a la cabeza muchos nombres: Pavement, Death Cab for Cutie, Yo la Tengo, Jimmy Eat World, The Strokes, Teenage Fanclub, Oasis... Y la lista podría continuar.
Lo meritorio es que, cuando todos estos grupos no eran ni proyectos, ellos ya llevaban años dando el callo. Así que no es nada descabellado sentenciar que Guided by Voices han marcado a más de una generación de músicos. Y que aunque los años no pasan en balde (evidenciándose con canas y alguna calva que otra) su repertorio y directo conserva la frescura de sus años mozos.
Y eso que los minutos previos a su actuación (dentro del Northside Festival hace unas pocas fechas en Brooklyn) no auguraban una tarde memorable. Más bien lo contrario. Eran cuatro bandas en total en el cartel pero por lo temprano del horario de comienzo (a las cuatro de la tarde) solo fue posible ver a dos de ellas. Los mencionados GBV y los inmediatamente anteriores: Wavves.
Este joven ahora trío, que en 2009 protagonizó un bochornoso espectáculo en el Primavera Sound, tienen un repertorio y directo bastante intrascendente, al menos por lo visto en esta cita.
Pero menos mal que el bostezo dejó paso al vendaval, cuando la banda capitaneada por Robert Pollard tomó las riendas de la velada. Fue comenzar con el escueto tema titulado "Pimple Zoo" y borrar de un plumazo toda la simpleza de los minutos anteriores.
El veterano quinteto de Ohio, que ha visto entrar y salir a muchos miembros y ahora ha recuperado a su formación clásica, se entregó por completo a una actuación de casi dos horas de duración, repasando éxitos quizás no masivos pero que por lo visto en lo entregado del público han quedado en la memoria colectiva de muchos de los que ahora están más cerca de los 40 que de los 30.
Cuando por primera vez abandonaron el escenario, la gente comenzó a corear el grito de guerra de la noche (las iniciales del grupo "GBV"), que hicieron salir a la banda hasta en tres ocasiones más.
Con este tema, "Game of pricks", cerraron la primera parte de la actuación que precedió a los bises.
Tras volver a escena, Pollard aseguró que, a pesar de la distancia, esa noche Ohio y Nueva York se encontraban muy cerca ("Dayton, Ohio, 8 hours away, close enough") y alabó también las excelencias de Brooklyn preguntando por el mejor bar de los alrededores y bromeando con la posibilidad de venirse a vivir a la zona con tal de que la gente cuidara de él y de su "old lady".
Maravillas como "Echos Myron" o a "Salty salute", ya en la recta final, siguieron sumándose al repertorio. Esta última (aquí con dos extractos), todo un himno para los más crápulas con un estribillo que reza "the club is open" y que aparecía escrito en la camiseta de uno de sus "roadies", que se encargó toda la noche de evitar que el guitarrista Mitch Mitchell estuviera más de un segundo sin un cigarrillo en la boca.
Y tras esas dos horas, varias cervezas consumidas y alcohol de más alta graduación ingerido directamente de la botella por parte del Pollard, se cerró una tarde musical a una hora insólitamente temprana para un festival (nueve de la noche), aunque éste sea de pequeñas dimensiones, pero así se las gastan aquí. Aunque con la satisfacción de haber visto en vivo a una banda mítica (y clave de la cultura más indie y nerd de los 80 y 90, con referencias en series como la divertida "Los informáticos").
Escuchándolos vinieron a la cabeza muchos nombres: Pavement, Death Cab for Cutie, Yo la Tengo, Jimmy Eat World, The Strokes, Teenage Fanclub, Oasis... Y la lista podría continuar.
Lo meritorio es que, cuando todos estos grupos no eran ni proyectos, ellos ya llevaban años dando el callo. Así que no es nada descabellado sentenciar que Guided by Voices han marcado a más de una generación de músicos. Y que aunque los años no pasan en balde (evidenciándose con canas y alguna calva que otra) su repertorio y directo conserva la frescura de sus años mozos.
Y eso que los minutos previos a su actuación (dentro del Northside Festival hace unas pocas fechas en Brooklyn) no auguraban una tarde memorable. Más bien lo contrario. Eran cuatro bandas en total en el cartel pero por lo temprano del horario de comienzo (a las cuatro de la tarde) solo fue posible ver a dos de ellas. Los mencionados GBV y los inmediatamente anteriores: Wavves.
Este joven ahora trío, que en 2009 protagonizó un bochornoso espectáculo en el Primavera Sound, tienen un repertorio y directo bastante intrascendente, al menos por lo visto en esta cita.
Pero menos mal que el bostezo dejó paso al vendaval, cuando la banda capitaneada por Robert Pollard tomó las riendas de la velada. Fue comenzar con el escueto tema titulado "Pimple Zoo" y borrar de un plumazo toda la simpleza de los minutos anteriores.
El veterano quinteto de Ohio, que ha visto entrar y salir a muchos miembros y ahora ha recuperado a su formación clásica, se entregó por completo a una actuación de casi dos horas de duración, repasando éxitos quizás no masivos pero que por lo visto en lo entregado del público han quedado en la memoria colectiva de muchos de los que ahora están más cerca de los 40 que de los 30.
Cuando por primera vez abandonaron el escenario, la gente comenzó a corear el grito de guerra de la noche (las iniciales del grupo "GBV"), que hicieron salir a la banda hasta en tres ocasiones más.
Con este tema, "Game of pricks", cerraron la primera parte de la actuación que precedió a los bises.
Tras volver a escena, Pollard aseguró que, a pesar de la distancia, esa noche Ohio y Nueva York se encontraban muy cerca ("Dayton, Ohio, 8 hours away, close enough") y alabó también las excelencias de Brooklyn preguntando por el mejor bar de los alrededores y bromeando con la posibilidad de venirse a vivir a la zona con tal de que la gente cuidara de él y de su "old lady".
Maravillas como "Echos Myron" o a "Salty salute", ya en la recta final, siguieron sumándose al repertorio. Esta última (aquí con dos extractos), todo un himno para los más crápulas con un estribillo que reza "the club is open" y que aparecía escrito en la camiseta de uno de sus "roadies", que se encargó toda la noche de evitar que el guitarrista Mitch Mitchell estuviera más de un segundo sin un cigarrillo en la boca.
Y tras esas dos horas, varias cervezas consumidas y alcohol de más alta graduación ingerido directamente de la botella por parte del Pollard, se cerró una tarde musical a una hora insólitamente temprana para un festival (nueve de la noche), aunque éste sea de pequeñas dimensiones, pero así se las gastan aquí. Aunque con la satisfacción de haber visto en vivo a una banda mítica (y clave de la cultura más indie y nerd de los 80 y 90, con referencias en series como la divertida "Los informáticos").
sábado, junio 18, 2011
Aquella gran noche
No es un artista que se encuentre entre mis favoritos pero tampoco entre los que menos me gustan. En cualquier caso, seguro que no es mi cup of tea, que dirían los ingleses. Sin embargo, le reconozco el mérito de llevar toda la vida sobre los escenarios y haberse convertido en una leyenda viva de la canción española.
Era jueves y en los aledaños del Palacio de los Deportes de Madrid, con casi todo el aforo vendido, el ambiente era bien distinto al que conocemos de otros conciertos. No hay avalanchas en la entrada, nadie ha acampado para ser el primero en entrar, no hay botellones en la Plaza de Felipe II... Sin embargo, si pretendes tomarte una caña en El Barril antes de entrar está imposible. Está claro que el perfil del público es bien distinto.
Corrían las 22.00 y con una exquisita puntualidad apareció en el escenario, con un aura de estrella, vestido escrupulosamente de negro y atreviéndose a despertar sus cuerdas vocales con un tema a capella, a sus casi 70 años. Ahí es nada. Raphael.
Con la boca abierta me dejó el arranque. Y desde el primer minuto, el publico entregado. Terminó de cantar "Ahora" y todo el respetable se puso en pie para agradecer con un cálido aplauso la entrega y el derroche vocal del jienense.
A continuación apareció la banda que le acompañaría durante las dos horas y media (sí, habéis leído bien, dos horas y media y sin descanso) de actuación. En total ocho músicos, entre los que había sección de vientos, cuerdas, teclados, batería... "La noche" fue el primer tema con banda, y menuda banda.
El sonido casi impecable. Algunos problemas al principio, algún petardeo en la PA, especialmente cuando intentaron (sí, porque no pasó de ser un mero intento) sonar algo rockeros, con perdón, pero superado todo con maestría.
Tercera de la noche y aquí ya se cae el pabellón. El clásico "Mi gran noche" hizo temblar los graderíos y consiguió que incluso un servidor se arrancara. Tras esta, otra de las grandes: "Digan lo que digan".
Parecía que la locomotora había alcanzado velocidad de crucero y que esto no había quien lo parara. Raphael desapareció un momento mientras la banda seguía con el final instrumental del tema para volver después de los aplausos.
Primer cambio de vestuario. Seguía embutido en negro pero ahora con chaleco, una chaqueta negra con rayas grises y el clásico sombrero tango argentino, al fondo del escenario, en lo alto de una escalera, iluminado por un foco blanco y en una postura que recordaba al desaparecido Michael Jackson. Llegaba el momento de revisitar las melodías tangueras.
Unos cuantos tangos completaron una sección que para el que suscribe fue lo menos atractivo del concierto. "La cumparsita" sirvió para arrancar este tramo, seguida por "A media luz" o "Cuesta abajo", y a los que seguirían un número excesivo de tangos que remataría con un homenaje al grande del género, Carlos Gardel.
Una especie de barra de bar apareció en el escenario desde un lateral y sobre ella una antigua radio de los años 30 de la que empezó a salir la música de "Volver" y a la que acompañó la banda en directo. Por encima, la voz de Raphael, que al llegar al estribillo se callaba para dejar solo la voz de Gardel... "con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien"... Y así resultó en un curioso dueto entre estos dos gigantes internacionales de la canción.
Terminaba así la parte tanguera y con unas palabras de recuerdo hacia uno de los más grandes compositores españoles, Manuel Alejandro, comenzaba una sección, más bien breve, de temas más moviditos. Arrancó con "Hablemos del amor" y los acordes de "Pretty Woman" de Roy Orbison daban paso a "Estuve enamorado", que concluyó con un guiño a los Beatles, con las notas finales de "Day tripper".
Siguieron "Cuando tú no estás" y "Desde aquel día", una de las favoritas del artista, "una de las más, más, más", como dijo él. El Raphael de siempre nos dejó "Yo sigo siendo aquel" y terminaría este tramo del concierto con "Maravilloso corazón", que bien podría haber cantado Frank Sinatra en algún club de Las Vegas o de la Gran Manzana.
Final de otro de los tramos del concierto que daría paso al momento boleros. Ataviado con chaqueta blanca, Raphael dio un repaso por varios temas clásicos, entre los que cabe destacar "Tú me acostumbraste" de Los Panchos, "Para volver a volver" (otra de esas grandes composiciones de Manuel Alejandro) o "Estar enamorado", que según palabras de Martí Perarnau, cantante de Mucho, recordaba al "Wake up" de Arcade Fire. Fue con esta canción con la que Raphael quitó la máscara a todas esas recepciones de hoteles en las que le dicen "nos sabemos todas sus letras"... pero en realidad solo se saben "estar enamorado es"... como el público que llenó el Palacio.
Más de una hora hubo que esperar para encontrarnos el primer solo de guitarra del concierto (contaría un segundo en la recta final) en "En carne viva". Y tras ésta, uno de los momentos más apoteósicos del concierto... "Escándalo". Todo el público puesto en pie y cantando la letra... vello de punta.
Y nueva sección musical: tocan las rancheras con sombrero mexicano incluido, por supuesto.
Pasadas las dos horas de concierto nos acercamos a la recta final, de traca: "Qué sabe nadie" -¡olé!-, "Frente al espejo", "Yo soy aquel" y para rematar, una versión mini de "Como yo te amo". Grande Raphael, máxima entrega (incluso después de haber despedido a su primer manager Paco Gordillo, que había dejado este mundo horas antes).
Y ahora, a esperar a diciembre, cuando dará 15 conciertos en 20 días en el Teatro Compaq Gran Vía.
Absolutamente impresionados con el chorro de voz, la calidad artística, con la percepción de haber visto una auténtica estrella de la canción abandonamos el recinto. Y si a nosotros nos gustó, no os cuento cómo lo pasaron las señoras...
No es un artista que se encuentre entre mis favoritos pero tampoco entre los que menos me gustan. En cualquier caso, seguro que no es mi cup of tea, que dirían los ingleses. Sin embargo, le reconozco el mérito de llevar toda la vida sobre los escenarios y haberse convertido en una leyenda viva de la canción española.
Era jueves y en los aledaños del Palacio de los Deportes de Madrid, con casi todo el aforo vendido, el ambiente era bien distinto al que conocemos de otros conciertos. No hay avalanchas en la entrada, nadie ha acampado para ser el primero en entrar, no hay botellones en la Plaza de Felipe II... Sin embargo, si pretendes tomarte una caña en El Barril antes de entrar está imposible. Está claro que el perfil del público es bien distinto.
Corrían las 22.00 y con una exquisita puntualidad apareció en el escenario, con un aura de estrella, vestido escrupulosamente de negro y atreviéndose a despertar sus cuerdas vocales con un tema a capella, a sus casi 70 años. Ahí es nada. Raphael.
Con la boca abierta me dejó el arranque. Y desde el primer minuto, el publico entregado. Terminó de cantar "Ahora" y todo el respetable se puso en pie para agradecer con un cálido aplauso la entrega y el derroche vocal del jienense.
A continuación apareció la banda que le acompañaría durante las dos horas y media (sí, habéis leído bien, dos horas y media y sin descanso) de actuación. En total ocho músicos, entre los que había sección de vientos, cuerdas, teclados, batería... "La noche" fue el primer tema con banda, y menuda banda.
El sonido casi impecable. Algunos problemas al principio, algún petardeo en la PA, especialmente cuando intentaron (sí, porque no pasó de ser un mero intento) sonar algo rockeros, con perdón, pero superado todo con maestría.
Tercera de la noche y aquí ya se cae el pabellón. El clásico "Mi gran noche" hizo temblar los graderíos y consiguió que incluso un servidor se arrancara. Tras esta, otra de las grandes: "Digan lo que digan".
Parecía que la locomotora había alcanzado velocidad de crucero y que esto no había quien lo parara. Raphael desapareció un momento mientras la banda seguía con el final instrumental del tema para volver después de los aplausos.
Primer cambio de vestuario. Seguía embutido en negro pero ahora con chaleco, una chaqueta negra con rayas grises y el clásico sombrero tango argentino, al fondo del escenario, en lo alto de una escalera, iluminado por un foco blanco y en una postura que recordaba al desaparecido Michael Jackson. Llegaba el momento de revisitar las melodías tangueras.
Unos cuantos tangos completaron una sección que para el que suscribe fue lo menos atractivo del concierto. "La cumparsita" sirvió para arrancar este tramo, seguida por "A media luz" o "Cuesta abajo", y a los que seguirían un número excesivo de tangos que remataría con un homenaje al grande del género, Carlos Gardel.
Una especie de barra de bar apareció en el escenario desde un lateral y sobre ella una antigua radio de los años 30 de la que empezó a salir la música de "Volver" y a la que acompañó la banda en directo. Por encima, la voz de Raphael, que al llegar al estribillo se callaba para dejar solo la voz de Gardel... "con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien"... Y así resultó en un curioso dueto entre estos dos gigantes internacionales de la canción.
Terminaba así la parte tanguera y con unas palabras de recuerdo hacia uno de los más grandes compositores españoles, Manuel Alejandro, comenzaba una sección, más bien breve, de temas más moviditos. Arrancó con "Hablemos del amor" y los acordes de "Pretty Woman" de Roy Orbison daban paso a "Estuve enamorado", que concluyó con un guiño a los Beatles, con las notas finales de "Day tripper".
Siguieron "Cuando tú no estás" y "Desde aquel día", una de las favoritas del artista, "una de las más, más, más", como dijo él. El Raphael de siempre nos dejó "Yo sigo siendo aquel" y terminaría este tramo del concierto con "Maravilloso corazón", que bien podría haber cantado Frank Sinatra en algún club de Las Vegas o de la Gran Manzana.
Final de otro de los tramos del concierto que daría paso al momento boleros. Ataviado con chaqueta blanca, Raphael dio un repaso por varios temas clásicos, entre los que cabe destacar "Tú me acostumbraste" de Los Panchos, "Para volver a volver" (otra de esas grandes composiciones de Manuel Alejandro) o "Estar enamorado", que según palabras de Martí Perarnau, cantante de Mucho, recordaba al "Wake up" de Arcade Fire. Fue con esta canción con la que Raphael quitó la máscara a todas esas recepciones de hoteles en las que le dicen "nos sabemos todas sus letras"... pero en realidad solo se saben "estar enamorado es"... como el público que llenó el Palacio.
Más de una hora hubo que esperar para encontrarnos el primer solo de guitarra del concierto (contaría un segundo en la recta final) en "En carne viva". Y tras ésta, uno de los momentos más apoteósicos del concierto... "Escándalo". Todo el público puesto en pie y cantando la letra... vello de punta.
Y nueva sección musical: tocan las rancheras con sombrero mexicano incluido, por supuesto.
Pasadas las dos horas de concierto nos acercamos a la recta final, de traca: "Qué sabe nadie" -¡olé!-, "Frente al espejo", "Yo soy aquel" y para rematar, una versión mini de "Como yo te amo". Grande Raphael, máxima entrega (incluso después de haber despedido a su primer manager Paco Gordillo, que había dejado este mundo horas antes).
Y ahora, a esperar a diciembre, cuando dará 15 conciertos en 20 días en el Teatro Compaq Gran Vía.
Absolutamente impresionados con el chorro de voz, la calidad artística, con la percepción de haber visto una auténtica estrella de la canción abandonamos el recinto. Y si a nosotros nos gustó, no os cuento cómo lo pasaron las señoras...
lunes, junio 06, 2011
Taste of Spain
Pues no todo van a ser escritos desde allende los mares, que aquí en la Vieja Europa lo español está de moda. Aunque sigamos dentro del mundo anglosajón, esta vez dirigimos nuestra mirada hacia la Metrópoli, y es que en la City nos hemos encontrado con una calle tan comercial y principal como Regent's Street tomada por el producto típico español: chorizo, queso, jamón, vino...
Paseando por el centro de Londres nos hemos podido encontrar una feria de promoción del turismo español que ha causado una gran expectación, a tenor de las largas colas que se guardaban para degustar una lonchita de jamón ibérico de la sierra de Huelva, unas aceitunas con boquerón en vinagre y guindilla, hacerse una foto junto a las camisetas de los mejores futbolistas de la Primera División Española o emular a Rafa Nadal en Roland Garros, donde conseguía su sexto triunfo en la pista central de París ante Roger Federer.
Durante la semana parecía que el cielo se apuntaba a promocionar el evento, con un clima más típico del sur de España que del Reino Unido. Temperaturas elevadas, cielos despejados y sol radiante conquistaban Londres y convertían los parques en zonas de bronceado para las pieles blancas de los habitantes de esta isla. Sin embargo, la lluvia ha hecho acto de presencia justo este día, el día clave. Lo que no nos queda claro es si ha llovido porque ya tocaba o porque no ha gustado la representación de la música española para el evento en cuestión. A saber: Nena Daconte, Mota, Miss Cafeina, Virginia Bulat, los Gipsy Kings o We are Standard entre otros (espero que los ingleses no consideren esto como verdadero ejemplo de la música que se hace en nuestro país).
La verdad es que no puedo dar respuesta a la cuestión porque no se me ha ocurrido permanecer delante de tan disparatdo escenario más que los minutos que he tardado en cruzar por delante debido a la masa concentrada en el lugar. Ya podían haber elegido otro cartel los de la MTV, que son los que ponían el nombre al escenario. Mucho mejor las tres jovencitas que estaban poniendo banda sonora en vivo y en directo en la mítica juguetería Hamley's.
Mira, un Sr. Chinarro no habría estado nada mal. Por cierto que a Chinarro le veíamos hace unas semanas en la madrileña Joy Eslava presentando su último disco, "Presidente". Concierto sobrio y sereno aquel, con una buena ejecución y buen sonido, al que le faltaron los clásicos bises de todo concierto por aquello de la premura en la finalización del concierto, que la Joy hay que desalojarla rápido para abrirla como discoteca para los incautos que están dispuestos a pagar 15€ por entrar.
Y es que se echa en falta en Madrid más salas de conciertos, auténticas salas de conciertos y no discotecas que se apunten al negocio para sacar más rédito a sus instalaciones a cambio de elevados alquileres y que luego no tienen respeto alguno por el artista y su público.
Pero a lo que íbamos, que era a recordar aquel concierto de Chinarro. Aunque no hubiera bises cayeron casi una veintena de canciones. Supo meterse a la gente en el bolsillo rápidamente el bueno de Antonio Luque tirando de repertorio de sus anteriores trabajos y no fue hasta la sexta canción, más o menos, que sacó a pasear los temas del recién publicado "Presidente". "Vacaciones en el mar" fue la elegida para ir entrando en materia, un tema de inspiración en sonidos setenteros del rock y que por momentos me traía a la cabeza lo mismo a Bowie que a Alaska y su "El rey del glam".
Siguió el sevillano deshojando la margarita y entre temas ya consagrados como "El lejano Oeste", "Tímidos" o "Del montón" iban entrando otros como "Una frase socorrida", "Beso de despedida" o "El boxeo", que huele a single. Solo una mirada al pasado más lejano: "Quiromántico". Quizás el actual público de Sr. Chinarro no está preparado para ir más allá.
En la recta final del concierto, dos canciones que también tienen ese aroma a perdurar en el setlist del futuro, cuando ya se hayan publicado más discos: "Babieca" y la genial "Una llamada a la acción". Y para terminar, "El rayo verde".
No estuvo Chinarro en Londres pero sí otros andaluces que son un espectáculo. Pudimos disfrutar del baile de los caballos andaluces o la competición de montar tiendas de campaña en menos tiempo. La verdad es que no sé muy bien qué tiene que ver esto con España. Como no sea como reclamo para los festivales que vienen...
Arquitectos del rock
Pero para concierto bueno, bueno, concierto de Champions League, el que vivimos esta misma semana en The Garage, en el barrio de Highbury. Sí, sí, en el mismo donde Cesc da esos pases de vértigo nos vimos a una de esas bandas que podríamos comparar en el mundo del fútbol con el Villarreal, equipo que juega, que la toca, bien trabajado, que te da espectáculo y que es capaz de pelear por los puestos de Champions. Nunca ganarán la Copa de Europa pero verlos siempre es un placer. Hablamos de los belgas dEUS.
Entradas agotadas con bastante antelación para verles en una sala de unas 600 personas. El motivo del concierto, posiblemente el de ir haciendo callo de cara a la gira venidera en otoño para presentar su próximo disco, que estará disponible a partir de septiembre.
Hora y media de concierto que al amigo Juan Jerez se le hizo excesivamente corta y echó de menos algunos temas, pero ya se sabe que cuando actúa un grupo con una discografía tan extensa y excelsa como la de dEUS siempre se queda algo en el tintero.
A las primeras de cambio, la segunda del concierto, se ventilaron una de mis canciones favoritas de los últimos tiempos, "The Achitect".
Aprovecharon los belgas para presentar unas cuatro o cinco canciones del disco que viene -solo pillamos el título de "Come and stay now"- y lo cierto es que tiene buena pinta. También cayeron temas como "Little arithmetics" o "The real sugar", que dedicaron a los teloneros de la noche, otra banda belga llamada Balthazar.
En cualquier caso, son las canciones de siempre las que siguen poniendo al público patas arriba, especialmente "Instant street".
En fin, conciertazo para disfrutar de un miércoles en la capital inglesa. Y si alguno estáis por aquí el próximo 14 de junio, en esta misma sala estarán actuando los italianos After hours, una encarecida recomendación de nuestra amiga Giuliana Valoti.
Pues así os dejo, con estas últimas líneas, oyendo cómo sigue cayendo la incesante lluvia en el barrio de Westminster y después de haber pasado a cenar por ese bar del Soho, el que está al doblar la esquina y al que Pulp le dedican una canción.
Pues no todo van a ser escritos desde allende los mares, que aquí en la Vieja Europa lo español está de moda. Aunque sigamos dentro del mundo anglosajón, esta vez dirigimos nuestra mirada hacia la Metrópoli, y es que en la City nos hemos encontrado con una calle tan comercial y principal como Regent's Street tomada por el producto típico español: chorizo, queso, jamón, vino...
Paseando por el centro de Londres nos hemos podido encontrar una feria de promoción del turismo español que ha causado una gran expectación, a tenor de las largas colas que se guardaban para degustar una lonchita de jamón ibérico de la sierra de Huelva, unas aceitunas con boquerón en vinagre y guindilla, hacerse una foto junto a las camisetas de los mejores futbolistas de la Primera División Española o emular a Rafa Nadal en Roland Garros, donde conseguía su sexto triunfo en la pista central de París ante Roger Federer.
Durante la semana parecía que el cielo se apuntaba a promocionar el evento, con un clima más típico del sur de España que del Reino Unido. Temperaturas elevadas, cielos despejados y sol radiante conquistaban Londres y convertían los parques en zonas de bronceado para las pieles blancas de los habitantes de esta isla. Sin embargo, la lluvia ha hecho acto de presencia justo este día, el día clave. Lo que no nos queda claro es si ha llovido porque ya tocaba o porque no ha gustado la representación de la música española para el evento en cuestión. A saber: Nena Daconte, Mota, Miss Cafeina, Virginia Bulat, los Gipsy Kings o We are Standard entre otros (espero que los ingleses no consideren esto como verdadero ejemplo de la música que se hace en nuestro país).
La verdad es que no puedo dar respuesta a la cuestión porque no se me ha ocurrido permanecer delante de tan disparatdo escenario más que los minutos que he tardado en cruzar por delante debido a la masa concentrada en el lugar. Ya podían haber elegido otro cartel los de la MTV, que son los que ponían el nombre al escenario. Mucho mejor las tres jovencitas que estaban poniendo banda sonora en vivo y en directo en la mítica juguetería Hamley's.
Mira, un Sr. Chinarro no habría estado nada mal. Por cierto que a Chinarro le veíamos hace unas semanas en la madrileña Joy Eslava presentando su último disco, "Presidente". Concierto sobrio y sereno aquel, con una buena ejecución y buen sonido, al que le faltaron los clásicos bises de todo concierto por aquello de la premura en la finalización del concierto, que la Joy hay que desalojarla rápido para abrirla como discoteca para los incautos que están dispuestos a pagar 15€ por entrar.
Y es que se echa en falta en Madrid más salas de conciertos, auténticas salas de conciertos y no discotecas que se apunten al negocio para sacar más rédito a sus instalaciones a cambio de elevados alquileres y que luego no tienen respeto alguno por el artista y su público.
Pero a lo que íbamos, que era a recordar aquel concierto de Chinarro. Aunque no hubiera bises cayeron casi una veintena de canciones. Supo meterse a la gente en el bolsillo rápidamente el bueno de Antonio Luque tirando de repertorio de sus anteriores trabajos y no fue hasta la sexta canción, más o menos, que sacó a pasear los temas del recién publicado "Presidente". "Vacaciones en el mar" fue la elegida para ir entrando en materia, un tema de inspiración en sonidos setenteros del rock y que por momentos me traía a la cabeza lo mismo a Bowie que a Alaska y su "El rey del glam".
Siguió el sevillano deshojando la margarita y entre temas ya consagrados como "El lejano Oeste", "Tímidos" o "Del montón" iban entrando otros como "Una frase socorrida", "Beso de despedida" o "El boxeo", que huele a single. Solo una mirada al pasado más lejano: "Quiromántico". Quizás el actual público de Sr. Chinarro no está preparado para ir más allá.
En la recta final del concierto, dos canciones que también tienen ese aroma a perdurar en el setlist del futuro, cuando ya se hayan publicado más discos: "Babieca" y la genial "Una llamada a la acción". Y para terminar, "El rayo verde".
No estuvo Chinarro en Londres pero sí otros andaluces que son un espectáculo. Pudimos disfrutar del baile de los caballos andaluces o la competición de montar tiendas de campaña en menos tiempo. La verdad es que no sé muy bien qué tiene que ver esto con España. Como no sea como reclamo para los festivales que vienen...
Arquitectos del rock
Pero para concierto bueno, bueno, concierto de Champions League, el que vivimos esta misma semana en The Garage, en el barrio de Highbury. Sí, sí, en el mismo donde Cesc da esos pases de vértigo nos vimos a una de esas bandas que podríamos comparar en el mundo del fútbol con el Villarreal, equipo que juega, que la toca, bien trabajado, que te da espectáculo y que es capaz de pelear por los puestos de Champions. Nunca ganarán la Copa de Europa pero verlos siempre es un placer. Hablamos de los belgas dEUS.
Entradas agotadas con bastante antelación para verles en una sala de unas 600 personas. El motivo del concierto, posiblemente el de ir haciendo callo de cara a la gira venidera en otoño para presentar su próximo disco, que estará disponible a partir de septiembre.
Hora y media de concierto que al amigo Juan Jerez se le hizo excesivamente corta y echó de menos algunos temas, pero ya se sabe que cuando actúa un grupo con una discografía tan extensa y excelsa como la de dEUS siempre se queda algo en el tintero.
A las primeras de cambio, la segunda del concierto, se ventilaron una de mis canciones favoritas de los últimos tiempos, "The Achitect".
Aprovecharon los belgas para presentar unas cuatro o cinco canciones del disco que viene -solo pillamos el título de "Come and stay now"- y lo cierto es que tiene buena pinta. También cayeron temas como "Little arithmetics" o "The real sugar", que dedicaron a los teloneros de la noche, otra banda belga llamada Balthazar.
En cualquier caso, son las canciones de siempre las que siguen poniendo al público patas arriba, especialmente "Instant street".
En fin, conciertazo para disfrutar de un miércoles en la capital inglesa. Y si alguno estáis por aquí el próximo 14 de junio, en esta misma sala estarán actuando los italianos After hours, una encarecida recomendación de nuestra amiga Giuliana Valoti.
Pues así os dejo, con estas últimas líneas, oyendo cómo sigue cayendo la incesante lluvia en el barrio de Westminster y después de haber pasado a cenar por ese bar del Soho, el que está al doblar la esquina y al que Pulp le dedican una canción.
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