Misticismo lorquienseEl pasado fin de semana tuvo lugar la primera edición de un nuevo festival, el
Murcia Sound. La cita, a pesar del nombre, no fue en la misma capital murciana pero sí a pocos kilómetros de allí, en el municipio de Lorquí.
Este evento se estrenó con un cartel trufado de
atractivas propuestas nacionales e internacionales, huyendo del concepto de macrofestival (tan solo una carpa y un escenario principal en cada una de las puntas del campo de fútbol que servía de recinto), precios razonables,
sin apenas tiempos muertos entre cambio de grupo y un poder de convocatoria que quizás estuvo por debajo de lo esperado. Por ello, ante la completa y este año más que nunca agresiva oferta de festivales que existe,
habrá que ver si el Murcia Sound sobrevive a esta primera edición y se hace un fijo en el calendario festivalero.
Sirvan estas líneas para hacerse una idea de lo que aconteció allí la segunda de las jornadas. La llegada al recinto coincidió con la salida a escena en la carpa de
The Mary Onettes, la banda sueca que ya visitó nuestro país con gran éxito el pasado septiembre y que ha firmado un más que interesante álbum de debut.
Cayeron las canciones más redondas de este trabajo ("Lost",
"Void", "Pleasure songs" o
"The companion") completando una actuación correcta, aunque lo temprano de la hora y lo aún reducido de la audiencia no consiguieron caldear demasiado el ambiente.
Turno después para los murcianos
Second, en el escenario grande. Jugando en casa deberían tenerlo más fácil para ganarse al público y así pareció, al menos entre las primeras filas. El título que daba nombre a su notable anterior trabajo,
"Invisible", fue uno de los primeros en caer, viéndose acompañado a lo largo de la actuación por más temas de ese álbum como "Her diary", el temazo "Fortune day", "Erased world" o, acorde con la dualidad inglés-español de ese disco, "Horas de humo" y "Nada te dirige".
Precisamente el castellano va a ser el único idioma en las letras de su próxima referencia, que saldrá a la vuelta del verano y que ha sido producido por
Carlos Jean. En el directo del sábado cayeron como avance de su
nuevo material "Rincón exquisito" y "Rodamos", que apunta a single. Tiene muy buena pinta lo que nos espera en breve por parte de Second, una banda que sigue firmando directos impecables.
A continuación le llegó el turno en la carpa a
Love of Lesbian, que sin duda fueron los triunfadores nacionales de la noche. Sus conciertos y canciones siguen calando hondo. Gozan de un estilo propio y un particular sentido del humor ("Hola Love of Lesbian, somos Murcia" fueron las primeras palabras de
Santi Balmes a la audiencia) que les hace únicos.
Abrieron con
"Universos infinitos" y "Noches reversibles" para a continuación poner la carpa patas arriba con "Carta a todas tus catástrofes", la primera canción de
"Maniobras de escapismo", el disco que, además del paso al castellano, supuso el "boom" de estos barceloneses. Enlazaron con otros dos temas de ese álbum: "Mi personulidad" y la propia "Maniobras de escapismo".
"Los colores de una sombra",
"La niña imantada" (dedicada a todas las chicas "de belleza no espectacular") y la narcisista "Me amo", todas ellas de su último disco, "Cuentos chinos para niños del Japón", dieron paso a una recta final espectatular con "Villancico para mi cuñado Fernando" y la impresionante
"Houston tenemos un poema".
Esta iba a ser la última de la noche hasta que arrancaron, primero a capella y luego con acústica, con
"Shiwa", ese himno de reminiscencias zen del que hicieron también partícipe al público: primero en los coros y después con una
conga masiva comandada por el cantante "lesbiano" que salió de la carpa y se perdió por el resto del campo de fútbol.
Una vez disipados los ecos del éxito de Love of Lesbian y con la noche cayendo de lleno en Lorquí (y también los mosquitos, aunque a ellos me referiré más adelante) le llegó el turno a los granadinos
Lori Meyers, en el escenario principal y con el refuerzo, como en toda esta gira, de un percusionista en la sección rítmica.
La larga apertura instrumental incluida en "Intromisión", el corte que abre su último trabajo "Cronolánea", sirvió también de arranque del concierto, al que siguieron "Un mundo por delante" (uno de los temas en los que pone voz el guitarra Alejandro) y "Luciérnagas y mariposas".
El primer vistazo atrás llegó con una canción que les habían pedido mucho "volver a tocar en directo", según el cantante Noni. No era otra que "Sus nuevos zapatos", para después intercalar
"La búsqueda del rol" (con su logrado cambio de ritmo), "Mujer esponja" (primera incursión en su debut "Viaje de estudios") y "El secreto mejor guardado", también del último disco.
A otro de sus primeros éxitos, "Tokio ya no nos quiere", le sucedió "Transiberiano",
"Funcionará" (una de las mejores de su último trabajo y con ese final con la sintonía cantada de "Barrio Sésamo" que hacen en directo), la "planetera" "Viaje de estudios" de su primera época y la acelerada y directa
"Alta fidelidad", con la que cerraron el concierto.
Ya fuera por motivos de organización o por imprevisión suya, al final no sonó
"Luces de neón", single y a la postre canción más reconocible de "Cronolánea". Habrá que esperar a otro día para escucharla en directo.
Si hubiera que otorgar un trofeo a la originalidad de esa noche habría que dárselo, como no podía ser de otra forma, a
Hidrogenesse. El dúo formado por
Genís Segarra y
Carlos Ballesteros no deja indiferente a nadie ni en propuesta musical (electrónica grabada con referencias cultas y generacionales a partes iguales) ni en atuendo (vestidos, tacones y pantalón corto tipo tenista, predominando el blanco inmaculado).
Ante un público mitad entregado mitad epatado (juro que había dos "heavys" entre la audiencia moviendo la cabeza al ritmo de las bases electrónicas) dejaron caer
perlas de su repertorio como "Schloss Bestiola", "Disfraz de tigre", "El poder de mis tejanos" o el hit "No hay nada más triste que lo tuyo". También dejaron su contribución al homenaje a
Surfin' Bichos con "Fuerte".
Como los siguientes en comparecer eran
Kula Shaker, la decisión fue ir a tomar posiciones antes de terminar Hidrogenesse aunque, la verdad sea dicha, la competencia fue más bien escasa. Así que acomodados en segunda fila (quien sabe si por desconocimiento de la mayoría del público esa noche, demasiado jóvenes en los 90 como para recordar a los británicos, o porque realmente la afluencia al festival era más bien modesta) nos dispusimos a ver a un grupo mítico.
Sonidos orientales precedieron la salida de los cuatro miembros originales de la banda.
Crispian Mills, impecablemente vestido con camisa, chaleco, pantalón rojo y botas, arrancó entonces con los primeros riffs de
"Hey dude" y supimos que la cosa iba en serio.
Mills no ha perdido un ápice de voz ni de maestría a la guitarra y apoyado por un bajista con gran presencia, un correcto batería y un teclista que es el 50 por ciento del grupo (y que era una mezcla entre look "Vacaciones en el mar" y "Torrente") dieron toda una lección de cómo recuperar un legado.
Aunque por supuesto hubo muchas referencias a
"Strange folk", de 2007 y su único disco de esta década que, a pesar de que ha pasado de puntillas, varios de sus temas merecen la pena. Por ejemplo, no faltaron "Out on the highway", "Second sight" (un temazo en directo que recupera la esencia de sus mejores años), la épica "Die for love" y la mística (y demostrando que la fijación de Mills con la cultura y religión india no ha perdido fuerza)
"Song of love/Narayana".
Pero, claro, todo el mundo esperaba que recuperaran los temas que les hicieron grandes y, por supuesto, no defraudaron: "303",
"Mystical machine gun", "Shower your love" o
"Tattva", interpretada hacia la mitad del concierto, fueron solo algunos de ellos.
Tras casi una hora de actuación emprendieron la salida del escenario pero afortunadamente quedaba un bis que no pudo ser más espectacular:
"Hush" (la impresionante versión del tema originalmente compuesto por
Deep Purple), "Great Hossannah" y
"Govinda". No pudieron dejar mejor sabor de boca y la sensación de que, aunque con poco público y fervor por parte de los allí congregados, desplegaron un directo como si estuvieran actuando ante decenas de miles de espectadores.
Tras Kula Shaker la verdad es que las expectativas en el Murcia Sound eran más bien pocas, así que solo dio tiempo a ver unos minutos de
1990's que ni mucho menos consiguieron ser un motivo para quedarse más tiempo en el festival.
En definitiva, primera edición de un festival que tuvo su mejor aval en los artistas allí reunidos y en una
ágil organización que evitó esperas entre grupos. Lo peor, el escaso ambiente en algunos momentos y los
mosquitos, cuya devastadora acción comprobamos en las horas posteriores. El año que viene, que lo patrocine Bayer en vez de MySpace.
Fotos (excepto Kula Shaker): Raúl Martínez