viernes, abril 30, 2010

Historias de Nueva York


Uno siente que estaba incompleto cuando llega a la 'Gran Manzana'. Que le faltaba mucho por ver antes de conocer esta megalópolis, la que muchos consideran capital del mundo y puede que no se equivoquen. Un lugar que transmite familiaridad (al fin y al cabo la cultura popular nos la ha mostrado en películas, series o fotografías en innumerables ocasiones) y enormidad a partes iguales. Pero en la que todo el mundo puede sentirse acogido, tal y como muestra el crisol de razas que allí habitan. No en vano es, ha sido y será punto de partida para el inicio del sueño americano en tantísimas ocasiones.

También Nueva York vive la música de forma intensa, como toda gran ciudad que se precie. Desde el que tararea en el metro a Michael Jackson hasta el barrendero que se arranca con unos pasos de baile mientras escucha improvisar a unos cuantos músicos aficionados en medio de cualquier parque. También en el suburbano es habitual la presencia de sesiones que derivan en auténticos conciertos, en el que no falta el público arremolinado en torno a los intérpretes (que en esta ciudad tienen que pasar además un casting para poder tocar en el subterráneo, toda una garantía para que los oídos de los usuarios no se resientan).

En esta ciudad tampoco es extraño encontrarte de buena mañana en una iglesia en pleno sector financiero de Manhattan, mientras los ejecutivos de Wall Street sacian su hambre en el exterior, con un coro casi adolescente o un dúo de piano y violín repasando un repertorio de piezas clásicas. Un oasis de paz entre tanto frenesí económico en los alrededores. Como sosiego es también el que transmiten por ejemplo unos músicos de jazz en cualquiera de los rincones de Central Park.

Precisamente en el mayor espacio verde de la isla de Manhattan se encuentra un enclave de peregrinaje obligado para cualquier amante de la música. El rincón lleva el nombre de una de las canciones más maravillosas que salieron de la imaginación de John Lennon durante su etapa en The Beatles: "Strawberry Fields Forever".

Dicen que era uno de sus rincones favoritos de paseo por el parque. Emociona adentrarse por el lugar y encontrar el mosaico en el suelo con una sola palabra: "Imagine". Fue a tan sólo unos metros de este lugar, en la entrada del edificio Dakota, donde Lennon fue tiroteado mortalmente, un 8 de diciembre de 1980. La música se quedó huérfana ese día. Nunca sabremos hasta donde podría haber llegado su genio compositivo.

Pero abandonemos el tono nostálgico y quedémonos para terminar con algo más lúdico. Como puede ser la pared que hay dedicada probablemente al espíritu más canalla que pisó esta ciudad: Frank Sinatra. Esto es posible en la que es considerada la mejor pizzería neoyorquina.

En cuanto a un plan más excéntrico, nada como dejarse caer por Coney Island y sus atracciones decadentes pero de encanto innegable. Aquí la mujer serpiente y la mujer come-fuegos le deleiterán a uno mientras bailan de forma hipnótica en alguno de los números de un "Freak Show". Y después, el plan puede ser bajarse hasta la playa y encontrar una sesión de Dj's en pleno paseo. Estos americanos saben lo que se hacen.



(El periplo neoyorquino también dio para asistir a un concierto con tres bandas prometedoras de la escena estadounidense, pero esto ya se contará en otra entrada del blog).

1 comentario:

Javi dijo...

tengo que volver a NYC...