
Al técnico holandés Rinus Michels, que entrenó al Ajax de Amsterdam, al Barcelona y a la selección holandesa en los años 60 y 70 (convirtiendo a este país en a la famosa "naranja mecánica" comandada por Johan Cruyff y, dos décadas después, ganando la Eurocopa de 1988 con el tridente mágico formado por Rijkaard, Gullit y Van Basten), se le conoce como el inventor del "fútbol total".
O lo que es lo mismo, como cuentan las enciclopedias del balompié, "un dispositivo táctico cuyo objetivo era acosar sin tregua ni respiro al adversario para recuperar la posesión del balón y no ceder en ningún momento la iniciativa en el juego al adversario, contando con dos requisitos: un espíritu de lucha inquebrantable y una perfecta preparación física".

Y de paso se comprobó una vez más que el idilio que la banda irlandesa vive con el público español y que se inició un 15 de julio de 1987 con un concierto legendario para más de 100.000 almas en el estadio Santiago Bernabéu (en el transcurso del cual Bono se preguntó "por qué demonios" no habían tocado hasta entonces en nuestro país) sigue muy vigente, ahora reeditado con su primera presencia en suelo andaluz.
En aquella ocasión el cartel de lujo de la noche lo completaron The Pretenders y Simply Red. En Sevilla, el papel de calentar el ambiente ante unas gradas aún medio vacías le fue encomendado a los neoyorquinos Interpol, a quienes las obligaciones laborales del mismo jueves por Madrid nos impidieron ver.
Pero sí llegamos a tiempo de vivir los instantes previos de la salida de los cuatro músicos de Dublín. Un reloj marcaba la cuenta atrás y a eso de las diez menos cuarto los segunderos empezaron a flotar por las pantallas anunciando que la espera había terminado y que todo estaba a punto de cobrar sentido en ese escenario colosal, apodado "La Garra" y que está coronado por una pantalla circular y un eje vertical que permiten la visibilidad desde cualquier punto de la grada.

A continuación se hizo la oscuridad en el estadio de La Cartuja y comenzaron los primeros acordes de "Beautiful Day", un himno de última época de los irlandeses. Y después, sin respiro, primer viaje al pasado con todo un clásico "New Year's Day", hasta que la primera terna de canciones se completa con el algo fallido single del último disco "Get on your boots", en el que Bono y The Edge empiezan a sacar partido de los puentes móviles que conectan el escenario central con la pasarela circular que los rodea.


"Sois de puta madre" soltó Bono antes de confesar el "love affair" que viven con España y de sentirse afortunado por compartir la noche con sus tres mejores amigos. Fue este también el momento de arengar a las masas recordando la victoria de España en el Mundial y de presentar a la banda aprovechando el homenaje futbolero (el Iker Casillas de U2 fue Adam Clayton, Larry Mullen transmutó en "El Niño" Fernando Torres, para The Edge preguntó al público si preferían a Xavi Hernández o Iniesta y él mismo eligió al sevillano Sergio Ramos).

Una de las anécdotas de la noche se produciría después, cuando Bono pidió el "cumpleaños feliz" para su hermano mayor Norman que había ido a verle a Sevilla para celebrarlo. A él le dedicó "In a little while", que tampoco se le olvidará a la chica a la que subió al escenario, otro numerito clásico en un concierto de los irlandeses. Y en la sucesión de emociones la escena se completó con un mensaje desde el cosmos por parte del primer capitán europeo de la Estación Espacial Internacional, el belga Frank de Winne, que dio el paso a la interpretación de "Miss Sarajevo", aquella canción incluida en el proyecto de The Passengers y en el Bono desplegó poderío vocal para llegar a la altura de lo que en su día dejó para la posteridad Luciano Pavarotti.

Un pequeño homenaje al "Relax (don't do it)" de Franky goes to Hollywood fue la antesala de una versión muy discotequera de "I'll go crazy if I don't go crazy tonight", con la banda recorriendo la pasarela circular, Larry incluido tocando unos bongos, y un efecto de confeti en las pantallas.

El grupo se retiró por unos momentos, que fueron aprovechados para emitir un mensaje grabado del clérigo sudafricano Desmond Tutu acerca de los desfavorecidos del mundo y de la importancia de ser "One", como la canción con la que U2 volvieron a escena para el bis que se completó con "Where the streets have no name" y el público ya estallando en "oés, oés, oés".


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