Memorias del verano
Antes de que el otoño se termine de asentar y difumine más los recuerdos de estas últimas semanas es ocasión de recordar algunos de los momentos musicales vividos en la reciente canícula, aprovechando el lujo de la diversidad de localizaciones disfrutadas.
Hay de todo, conciertos inesperados (Best Coast), nuevos valores y nombres que se asientan (The Naked and Famous y Friendly Fires), invitaciones al ritmo desenfrenado (!!!) o, aunque quede ya lejos en el calendario, un vistazo a algunas de las jornadas del FIB.
!!!: Apoteosis del baile
Comenzando por lo más reciente, hace unos pocos días en la sala Bell House de Brooklyn se disfrutaba de un triple cartel con visiones muy dispares a la hora de hacer mover al respetable. Abrió la noche Computer Magic, el proyecto en solitario (aunque en formato dúo para llevarlo al directo) de la jovencísima Dj y blogger Danielle, que presenta una propuesta entre el electropop, lo experimental y el tropicalismo, guiada por su suave voz. Aquí, uno de los temas que mejor aguantan de su repertorio (con videoclip en el que aparece vestida de astronauta recorriendo Times Square y alrededores, que siempre queda muy resultón).
De la candidez pasamos al extremo opuesto, la electrónica más oscura que se pueda concebir por parte de Light Asylum. Con reminiscencias ochenteras, también tienen vocalista femenina, en este caso la brutal Shannon Funchess, colaboradora de bandas como TV on the Radio, Coco Rosie o los propios cabezas de cartel de la noche. Parapetada a ratos tras su batería electrónica, cuenta con un buen arsenal de temas sólidos y contundentes, ganándose enseguida la atención del público. Interesante formación de la escena gótico-ochentera-neoyorquina.
Con este gran aperitivo le llegó el turno a las huestes de Nic Offer (con el uniforme oficial cómo no, pantalones cortos estilo setentas) y sus "Chk Chk Chk", la banda de origen californiano pero que tocaban en casa después de llevar ya algún tiempo asentados en Nueva York. Desde luego, si algo no se les puede reprochar es no sudar la camiseta y salir a darlo todo. Desde la primera canción, los movimientos espasmódicos de su vocalista son un contagio para los asistentes y enseguida la pista se torna en un agitado movimiento de brazos, caderas y piernas al ritmo que proponen las canciones.
Su última publicación, "Strange weather, isn't it?" llevó el peso, pero también hubo sorpresas, como esta versión recién grabada del "Extra loveable" de Prince, adaptada totalmente a su terreno. Además, en el bis aprovecharon para presentar un tema nuevo, acompañados por la voz de su amiga y predecesora sobre el escenario, Shannon Funchess, con un resultado memorable. En este punto el compadreo y comunión entre público y Offer era absoluto, como se puede apreciar (asimismo en el hecho de que más de un espontáneo se subiera a bailar al escenario, alguno incluso vestido de pirata, como el de la imagen).
Las dudas sobre si !!! iban a gustar a quien, como un servidor, nunca les había visto en vivo, se disiparon después de este día. Tremendo concierto y directo imperdible si la ocasión lo propicia.
Noche en el museo... con Best Coast
Velada inesperada la que deparó el proyecto liderado por Beth Cosentino. Era una fresca noche sanfrasciscana de agosto (para hacerse una idea, cabe recordar la cita atribuida a Mark Twain "the coldest winter I ever saw was the summer I spent in San Francisco"), con el complejo de la California Academy of Sciences (museo, planetario y acuario, todo en uno) como recinto elegido.
Porque fue una sorpresa descubrir que Best Coast eran los designados para poner el colofón a una velada especial con horario extendido, dj's y bebidas entre paneles sobre energías renovables y tanques de agua con estrellas de mar. Así se presentó el momento de comprobar la consistencia de su aclamado debut de 2010, "Crazy for you" (donde combinan la melodía vintage a lo Ronettes con la distorsión de unos Jesus and Mary Chain), cuaja a la hora de pasarlo al directo.
Con una Cosentino algo febril esa noche y en formato trío con cuenta favorable 2 a 1 a favor del sector femenino (a la batería una ex Vivian Girls), lo mejor fueron los temas más redondos y concisos de este trabajo, como "The end", "Boyfriend" o "Each and everyday". También presentaron composiciones nuevas (como "Our deal", el primer single del segundo disco, que parece apuntar mayor luminosidad pop, antes de concluir con una tormenta de ruido marca de la casa. Habrá que darles el beneficio de la duda a la espera de la publicación de su segundo trabajo.
Canciones del verano
El escenario veraniego para conciertos de Central Park presentó en la tarde del 7 de agosto a nuevos valores de la escena indie. Para empezar, Cults, dúo sueco avalado por el single "Go outside" y poco más. Sí que dejaron mayores motivos para comentar los siguientes en sumarse a la cita, los neozelandeses The Naked and Famous, autores de uno de los himnos de este 2011 (junto con esta otra, de las canciones más radiadas en las emisoras americanas durante este estío). Quizás demasiado deudores de los primeros MGMT, su propuesta aún debe cimentarse y en vivo ninguno de sus temas brilla tanto como "Young blood" (aunque nadie les puede privar del mérito de haber grabado todo un hit). Aquí, el momentazo en directo.
Los últimos de la terna fueron los londinenses Friendly Fires, que consolidaron los buenos minutos vistos de ellos unas pocas fechas antes en el FIB. Se sitúan en primera línea de lo más fresco y excitante de la escena inglesa en estos últimos tiempos, en la órbita de los antes reseñados !!! (de hecho, ambos cantantes podrían rivalizar por el primer premio en un concurso de bailes imposibles o en número de veces que se bajan y mezclan con el público).
Canciones como "Lovesick", "Show me lights", el bis "Hawaiian air" o el cierre con la eufórica "Kiss of life" (baile catatónico incluido) confirman la buena salud de la banda. Gran concierto y apabullante final.
FIB 2011 - Jueves: Peregrinaje y rock
Diecisiete ediciones. Se dice pronto. A un pasito de la mayoría de edad. No es de extrañar que haya cambiado. Y mucho. Desde aquellos primeros balbuceos inocentes y entusiastas en el velódromo hasta ahora, mucho más descarado y políglota (en inglés, preferentemente). A veces incluso cuesta reconocerlo, ya que adopta los disfraces más estrafalarios que puedan imaginarse. Pero por debajo de todas las costuras y adornos, los más fieles intentan volver a encontrar la esencia y espíritu con el que nació. Igual por eso nos dejamos caer por allí año tras año.
La edición 2011 del FIB empezó a pleno sol vespertino y con el recinto recibiendo a sus primeros pobladores. Los mismos que seguramente pasaron en algún momento por delante del escenario Fibclub y vieron a Aldo Linares. Esta vez no en función de DJ (eso llegaría al cierre del festival) sino como solista interpretando temas de electrónica deudores de nombres como Ciëlo o Carlos Berlanga.
De la ensoñación pop nos despertó de bruces Layabouts. Ellos eran los encargados de abrir el escenario principal (que volvía a llamarse Maravillas tras el fin del patrocinio cervecero). Y desde los primeros compases hicieron del rock su bandera y del cantar en inglés siendo un grupo nacional su alegato. Para abrir, rompieron con "Take'n'break".
En su primera presencia en este festival sacaron a relucir su mejor arma, un directo arrollador y contagioso. Tanto, que el público fue encendiéndose con saltos y brazos al aire hasta alcanzar el cénit en "Fine for me", tema con el alcanzaron unas cotas de interacción entre público y artistas pocas veces vistas por estos lares: como si Moisés ante el mar Rojo se tratara, su vocalista y bajista Jon separó en dos al público y les alentó a disputar una pugna por ver qué bando vivía con más intensidad el concierto. Al final todos ganaron... vivir en primera persona uno de los momentos del FIB 2011 que serán recordados para la posteridad.
Con el sudor y la adrenalina disparados, era hora de tomarse un descanso. Y eso que la propuesta guitarrera de Anna Calvi podía haber retenido más de la cuenta de nuevo en torno al escenario Fiberfib. O que desde lejos sonaban las nuevas composiciones de la pluscuamperfecta Russian Red. Pero se optó quizás por lo imprevisible: ver el arranque de actuación de Julieta Venegas, probablemente el nombre del cartel que más rechinaba a los indies de manual. Pero ya se sabe que al FIB también le gusta provocar -o más bien desconcertar- en ocasiones.
La mexicana ignoró polémicas y arrancó los primeros minutos de actuación incluyendo temas conocidos por el gran público como "Limón y sal", que muchos corearon de pe a pa. Pero algo había que no terminaba de enganchar (además de la voz, que en ocasiones no atinaba con la nota precisa), por lo que llegó el momento de seguir peregrinando por el recinto, lo que a la postre se convertiría en la tónica de la jornada.
Porque los siguientes minutos se fueron entre el oscurantismo de Grupo Salvaje y el pop aseado para británicas a la carrera de Paolo Nutini. Sí que pareció despertar algo de curiosidad la propuesta de Congotronics vs Rockers, a medio camino entre el africanismo y la vanguardia electrónica, aunque por momentos aquellos pareciera más propio de algún otro festival ecléctico y transmusical.
Vuelta de nuevo al escenario principal donde Plan B llegaba precedido por uno de esos fieras capaces de reproducir todo tipo de sonidos por la boca (y que hacía guiños a canciones rompepistas de algún pasado verano, como ésta de las trompetas).
Momento de ver otra vez lo que ocurría en otros puntos del recinto. Así, se pudo comprobar que Dorian se metían a un numerosísimo público español en el bolsillo y recordaban lo especial que es para ellos este festival. Aquí, en el clímax de su ya clásico "A cualquier otra parte".
A estas horas el reclamo era el cabeza de cartel de la noche, The Streets. Otro directo para adeptos a la causa britáanica, en este caso más cercano a la escena rap y con temas muy transformados respecto a su versiones originales, como este "Weak become heroes". Sin restarles calidad, sobre todo en discos como "Original pirate material", de nuevo faltó algo de empatía para hacer entrar en calor al público menos familiarizado con su trayectoria.
Y para cerrar esta algo desangelada primera jornada, una cita diferente: primera presencia sobre los platos del ex futbolista Mendieta, dentro de la triple entente Gasteiz Gang. Sonrisa en rostro, capeó unos primeros minutos de nerviosismo en los que los platos no sonaban como debían, arropado por cánticos importados de su etapa como extremo valencianista. Al menos, un cierre simpático para un arranque tibio de FIB.
FIB 2011 - Viernes: Patadas adolescentes
La armada española protagonizaba los primeros minutos de esta nueva jornada, aunque de entre todas las opciones (el rock de Athom Rumba, la dilatada experiencia y manejo del directo de Ainara Legardon o los por fin exitosos Nadadora...) solo dio tiempo a comprobar como el público patrio se arremolinaba en torno al escenario principal ante la apuesta hipnótica y algo introspectiva de Nudozurdo, que despacharon los temas de su reciente "Tara motor hembra" pero sin olvidar otros más conocidos de su debut como "Ha sido divertido" o "El hijo de Dios".
Pero lo mejor de la noche aguardaba unos minutos después en el escenario Fibclub, en lo que por sí solo justificaría toda la jornada completa: los veteranos y míticos The Undertones. Lo suyo fue un placer en todos los sentidos: por disfrutar de temas capitales de la escena británica de todos los tiempos y porque estar en su directo suponía perderse al anodino Brandon Flowers en el escenario Maravillas.
Para la historia del FIB queda ya este "Teenage kicks" en vivo.
Y de propina, propiciaron otros momentos imperdibles de la edición del FIB 2011, como "My perfect cousin" o "You've got my number".
Hipervitaminados por el arrojo punk de estos cincuentones, lo siguiente fue picotear algo de los siempre interesantes y multicoreados Elbow, que repetían merecida presencia en el FIB, y los más gamberros y locuaces Art Brut. En este tramo horario también coincidían otros viejos héroes: The Stranglers, con un repertorio en el que incluyeron éxitos seguros como Golden brown"".
La nostalgia dejo paso a otros recuerdos menos alejados en el tiempo, de la mano del nombre más goloso de la velada: The Strokes, dispuestos a repetir el buen sabor de boca que dejaron en su precedente paso por el festival. En este caso llegaban con su cuarto disco, "Angles", entrega que tampoco parece estar a la altura de su generacional debut, aunque temas como "Under cover of darkness" rememoren esa primigenia inspiración.
Sabedores de ello, su primer disco centró los momentos capitales de la actuación, como el arranque con "New York City cops o los valores seguros que son "Someday", "Hard to explain" o "Reptilia" (ésta ya del segundo álbum y en la que Julian Casablancas se suelta con algunas palabras en español). Todas ellas siguen haciendo botar al público con éxtasis adolescete.
Tras los cabezas de cartel del viernes, comparecieron en el escenario grande (y antes resenhados tambien) Friendly Fires, quienes sorprendieron gratamente con su pop bailable y toque tropical.
Pero ya sólo quedaba dar carpetazo a este viernes de FIB asistiendo a la sesión del DJ Rojiblanco (en su cada vez más habitual formato dúo) y celebrar así los 40 años de Disco Grande al ritmo de temas rompepistas. Grande, maestro.
(Las entradas sobre el FIB incluyen fotos de fiberfib.com)
La Hora de Xavi y Pac fue un programa de radio. Ahora se ha reconvertido en blog desde el que comentar de cuando en cuando noticias, discos, conciertos, exposiciones, partidos de fútbol... que nos llamen la atención.
miércoles, septiembre 28, 2011
jueves, septiembre 08, 2011
Negro sobre blanco
Richard Melville, Moby. Músico y -esta faceta menos conocida para quienes no hayan estado al tanto de sus últimas publicaciones- también fotógrafo. Así es, que el título de su último álbum viene dado por la única palabra que aparece en una de sus instantáneas, captada en el letrero luminoso de un solitario pasillo en un aeropuerto canadiense: "Destroyed". Y también es el nombre de su primera recopilación de imágenes editada en formato libro.
Esta historia aparece contada en el propio libro. Pero también ha formado parte de las anécdotas y reflexiones que el artista ha dejado en una animada charla vespertina.
La cita era en una céntrica librería de la calle 14 de Nueva York, en la que ha estado acompañado por una amiga, la cineasta Lucy Walker, quien ha ejercido como entrevistadora. Una amistad que se gestó hace años en un bar del East Village, se consolidó días después cuando se reencontraron de forma casual en el metro y ella iba leyendo un libro sobre música electrónica y se evidencia con detalles como que el año pasado Moby cediera su música para uno de los trabajos de la directora, el documental "Waste Land", con una única condición: no cobrarle ni un solo dólar por ello.
Claro está, la conversación entre estos dos buenos amigos ha sido de lo más relajada y cómplice, sacando a relucir muchas curiosidades sobre su carrera. Por ejemplo que su primer concierto, allá por 1983, fue de lo más surrealista: en un restaurante chino de Connecticut, al que acudieron como único público por hacerle el favor un amigo y la madre de éste, obligados claro está a consumir comida asiática a su pesar. O que también durante esos difíciles comienzos, actuaba en un antro neoyorquino infectado de desagradables bichos, a los que se dedicaba a matar. "Era el Pol Pot de las cucarachas", bromeó.
Ya convertido en una figura internacional, ahora le gusta reflexionar sobre el "bizarro contraste" de una profesión en la que en tan solo unas horas pasa de estar actuando ante decenas de miles de personas a recluirse en una solitaria habitación de hotel, con insomnio y alejado de los suyos. Es muchas veces en estos momentos, de madrugada y con la ciudad de turno en calma, cuando le viene la inspiración y compone con su guitarra.
A pesar de que escucha "un montón de música", fue reticente a la hora de confesar referencias contemporáneas que le gusten, aunque terminó resaltando el primer disco de Bon Iver. Este desapego con el panorama actual se debe a un cierto cansancio ante tanta "electrónica perfecta", cuando lo que más le atrae son las imperfecciones que contenían las grabaciones de sus bandas favoritas.
Por eso, sacó a relucir a Joy Division (anunciando emocionado que en unos días verá en directo a Peter Hook interpretando el "Unknown pleasures" al paso de su gira por Los Ángeles). Y sobre todo tiene especial predilección por artistas de r'n'b, soul y jazz como Otis Redding, Billie Holiday o Sam Cooke.
Por último se refirió también al hecho de haber cambiado Nueva York por L.A. para vivir. La carestía de la vida (puso como ejemplo el desorbitado precio de los alquileres) y cierta desvirtuación de lo artístico en beneficio de lo mercantil y las modas, es lo que le ha hecho ver que esta ciudad no es para clases medias ni artistas. Por ello se ha mudado a la soleada ciudad angelina y a su efervescente ambiente creativo, sobre todo en sus barrios más al este.
Y si la charla había sido jugosa, aún quedaba la otra mitad del acto. Porque Moby no había ido sólo a "hablar de su libro" (como Umbral), sino que iba a dejar un regalo para todos los presentes. Un miniconcierto en formato acústico, con él a la guitarra más el acompañamiento de una violinista y Pilar Basso, la impresionante voz que salpica sus canciones y le acompaña en directo, dando una nueva dimensión a éxitos de su carrera e incluyendo algunas versiones sorprendentes.
He aquí algunos de los mejores momentos, como el arranque, con "Why does my heart feel so bad?"
A continuación tomó él la voz solista para interpretar en este formato "Porcelain".
Entre las canciones ajenas, la tremenda "Whole lotta love" que popularizaron Led Zeppelin pero en la que tomaron demasiados elementos prestados de un tema de Willie Dixon, lo que motivó una demanda de éste contra la banda británica, anécdota relatada y ampliada por Moby en la presentación de la misma.
A estas alturas Moby estaba juguetón, por lo que el epílogo del tema anterior tuvo también su miga.
Por último, para despedir la velada, uno de sus grandes éxitos.
Y ya no hubo más. Le esperaba además otra actuación, en una gala benéfica a favor de una fundación del Bronx (ese era el motivo por el cual iba vestido de enterrador "trendy", bromeó). Hacia allí que se fue, dejando atrás una tarde que fusionó literatura, fotografía y música con un resultado espectacular.
Richard Melville, Moby. Músico y -esta faceta menos conocida para quienes no hayan estado al tanto de sus últimas publicaciones- también fotógrafo. Así es, que el título de su último álbum viene dado por la única palabra que aparece en una de sus instantáneas, captada en el letrero luminoso de un solitario pasillo en un aeropuerto canadiense: "Destroyed". Y también es el nombre de su primera recopilación de imágenes editada en formato libro.
Esta historia aparece contada en el propio libro. Pero también ha formado parte de las anécdotas y reflexiones que el artista ha dejado en una animada charla vespertina.
La cita era en una céntrica librería de la calle 14 de Nueva York, en la que ha estado acompañado por una amiga, la cineasta Lucy Walker, quien ha ejercido como entrevistadora. Una amistad que se gestó hace años en un bar del East Village, se consolidó días después cuando se reencontraron de forma casual en el metro y ella iba leyendo un libro sobre música electrónica y se evidencia con detalles como que el año pasado Moby cediera su música para uno de los trabajos de la directora, el documental "Waste Land", con una única condición: no cobrarle ni un solo dólar por ello.
Claro está, la conversación entre estos dos buenos amigos ha sido de lo más relajada y cómplice, sacando a relucir muchas curiosidades sobre su carrera. Por ejemplo que su primer concierto, allá por 1983, fue de lo más surrealista: en un restaurante chino de Connecticut, al que acudieron como único público por hacerle el favor un amigo y la madre de éste, obligados claro está a consumir comida asiática a su pesar. O que también durante esos difíciles comienzos, actuaba en un antro neoyorquino infectado de desagradables bichos, a los que se dedicaba a matar. "Era el Pol Pot de las cucarachas", bromeó.
Ya convertido en una figura internacional, ahora le gusta reflexionar sobre el "bizarro contraste" de una profesión en la que en tan solo unas horas pasa de estar actuando ante decenas de miles de personas a recluirse en una solitaria habitación de hotel, con insomnio y alejado de los suyos. Es muchas veces en estos momentos, de madrugada y con la ciudad de turno en calma, cuando le viene la inspiración y compone con su guitarra.
A pesar de que escucha "un montón de música", fue reticente a la hora de confesar referencias contemporáneas que le gusten, aunque terminó resaltando el primer disco de Bon Iver. Este desapego con el panorama actual se debe a un cierto cansancio ante tanta "electrónica perfecta", cuando lo que más le atrae son las imperfecciones que contenían las grabaciones de sus bandas favoritas.
Por eso, sacó a relucir a Joy Division (anunciando emocionado que en unos días verá en directo a Peter Hook interpretando el "Unknown pleasures" al paso de su gira por Los Ángeles). Y sobre todo tiene especial predilección por artistas de r'n'b, soul y jazz como Otis Redding, Billie Holiday o Sam Cooke.
Por último se refirió también al hecho de haber cambiado Nueva York por L.A. para vivir. La carestía de la vida (puso como ejemplo el desorbitado precio de los alquileres) y cierta desvirtuación de lo artístico en beneficio de lo mercantil y las modas, es lo que le ha hecho ver que esta ciudad no es para clases medias ni artistas. Por ello se ha mudado a la soleada ciudad angelina y a su efervescente ambiente creativo, sobre todo en sus barrios más al este.
Y si la charla había sido jugosa, aún quedaba la otra mitad del acto. Porque Moby no había ido sólo a "hablar de su libro" (como Umbral), sino que iba a dejar un regalo para todos los presentes. Un miniconcierto en formato acústico, con él a la guitarra más el acompañamiento de una violinista y Pilar Basso, la impresionante voz que salpica sus canciones y le acompaña en directo, dando una nueva dimensión a éxitos de su carrera e incluyendo algunas versiones sorprendentes.
He aquí algunos de los mejores momentos, como el arranque, con "Why does my heart feel so bad?"
A continuación tomó él la voz solista para interpretar en este formato "Porcelain".
Entre las canciones ajenas, la tremenda "Whole lotta love" que popularizaron Led Zeppelin pero en la que tomaron demasiados elementos prestados de un tema de Willie Dixon, lo que motivó una demanda de éste contra la banda británica, anécdota relatada y ampliada por Moby en la presentación de la misma.
A estas alturas Moby estaba juguetón, por lo que el epílogo del tema anterior tuvo también su miga.
Por último, para despedir la velada, uno de sus grandes éxitos.
Y ya no hubo más. Le esperaba además otra actuación, en una gala benéfica a favor de una fundación del Bronx (ese era el motivo por el cual iba vestido de enterrador "trendy", bromeó). Hacia allí que se fue, dejando atrás una tarde que fusionó literatura, fotografía y música con un resultado espectacular.
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