lunes, noviembre 23, 2009

El viaje llega a su destino

Algo así como "Fin del viaje inaugural" (en su título original, "The end of maiden trip") han llamado The Sunday Drivers a su último disco. Un trabajo, el cuarto ya de su carrera, que atesora las cotas de calidad a las que nos tienen acostumbrados desde hace tiempo. Afortunadamente son muchos los que se han dado cuenta de ello y saben valorar una trayectoria como la suya llenando el pasado viernes la sala La Riviera en Madrid.

Wild Honey fueron los teloneros y tras ellos, en torno a las diez menos cuarto de la noche, comparecían los toledanos dispuestos a cumplir lo que al principio de su carrera hubiera sonado a broma: llenar un recinto por el que es más habitual ver desfilar a grupos estrella internacionales.

Al principio costó que el ambiente se caldeara (tampoco ayudaba el runrún de conversaciones de aquellos que parecían más interesados en contarse su vida que atender al concierto), pero ello no quitó brillo a algunos de los primeros temas que fueron cayendo de sus diferentes álbumes como "(Hola) To see the animals", "She" u "Often".

Aunque fue su último álbum en el que, lógicamente, se detuvieron más a lo largo de la noche. En este sentido merecen especial mención por cómo quedaron canciones como "I", "Everything reminds me of you" o "Special (Today)". La artillería pesada del cancionero no tardó mucho en aparecer, y así en la parte central del directo decidieron que ya era hora de arremeter con dos trallazos como "On my mind" o "Do it".

También hubo contrapuntos más pausados, como el "Sing when you're happy" interpretado a dúo por Jero Romero y Lyndon Parish, e incluso para las confesiones. "Siempre nos han dicho que tenemos influencia de los Beatles, así que hoy nos quitamos la careta", soltaba Jero antes de hacer la versión del "In my life", que quedó como aquí se refleja.



Fue una noche además de reencuentros. Charlie Bautista (teclista durante una temporada de la banda, ahora ocupa ese lugar Martí Perarnaú, también en Underwater Tea Party) se les unió hasta en un par de ocasiones, aunque en este caso a la guitarra.

Después de recordar el que puede considerarse su primer hit "Time time time", llegaron los bises. Fue entonces cuando volvió a sonar ese coro mágico final en el que todo el público entona el "la la la" de "Little heart attacks" y, para rematar el concierto, un épico "Rainbows of colours".

Perfecto final antes de salir a la fresca ribera del Manzanares con el gustazo de haber visto a una de esas bandas nacionales que serán recordadas como una de las mejores cosas que le pasaron a la música independiente de este país en los albores del siglo 21.

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